RODRIGO AVALOS ARIZMENDI
Muy comentada en el ámbito político y social ha sido la marcha en defensa de la democracia y del Instituto Nacional Electoral que se efectuó el pasado domingo, la cual fue también en contra de la reforma electoral que propone el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador. En Aguascalientes sin duda hubo mucha más asistencia de la esperada. Por primera vez en la historia de nuestro estado se reunieron tantos ciudadanos para un fin político, pero sin fines partidistas. Los partidos no convocaron a sus huestes. Incluso me atrevo a decir que de haber sido así no hubiera ido tanta gente. Por ejemplo, el PRI local no convoca ya ni a las familias de los pocos que aún militan ahí. Del PRD ni hablar. Todavía de Acción Nacional se puede esperar más, sobre todo porque son el partido en el gobierno. El domingo convocaron los diferentes grupos de la sociedad civil y en verdad sorprendió la respuesta de la gente que sin obligación alguna y sólo apelando a su deber cívico en defensa de la democracia y al respeto al órgano electoral del país, salieron a abarrotar la plaza patria, confundiéndose gente de distintas clases sociales e ideologías políticas. Hubo un grupo que trabajó muy fuerte varios días antes en las redes sociales: “X Aguascalientes Plural y Ciudadano”. Juan Carlos Gutiérrez Morales creador y administrador de este grupo, trabajó mucho convocando a la asistencia a dicho evento, sin otro deseo más que el de coadyuvar a la defensa de la democracia. Aguascalientes fue uno de los estados que más participación tuvieron de la ciudadanía y eso nos debe hacer sentir orgullosos, pues eso demuestra que hay una conciencia democrática a toda prueba en gran parte de la ciudadanía.
Por otra parte, no se puede negar que caló muy hondo lo dicho por el presidente en el sentido de que los conservadores que salieron a la calle en la Ciudad de México hicieron un “striptease” político al haberse manifestado. Y el número de asistentes a la manifestación denominada “El INE no se toca” ha sido motivo de discusión. No es el tema central, pero vaya, como nos gustan los números. Primero, el mismo domingo, el secretario de gobierno de la CDMX, Martí Batres Guadarrama, habría dicho desde el C-5 que fueron unas doce mil personas. Luego el lunes el presidente dijo en la mañanera que él calculaba unos sesenta mil. Un rato después, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que habían sido sesenta mil, como lo había dicho horas antes López Obrador.
Los organizadores quedaron satisfechos con las marchas realizadas, no solamente en la capital de la república mexicana sino en por lo menos cincuenta ciudades, en mayor medida en la república mexicana. También hubo manifestaciones en Barcelona, en Madrid, en Los Ángeles, California y en algunas otras ciudades. El presidente López Obrador se mostró feliz porque a decir de él “no fueron tantos”, dijo, los manifestantes a quienes volvió a llamar corruptos, clasistas, racistas y ahora protagonistas de un striptease político. Era evidente que el presidente exhibía coraje, no como estadista sino como líder partidista y como enemigo de aquellos mexicanos a quienes desprecia porque no piensan como él y se han atrevido a ganar la calle para aclamar – y reclamar– la defensa de la democracia. Al presidente le duelen los odiados fifís y los aspiracionistas porque le han arrebatado, y así quedó demostrado el domingo, el monopolio de la calle. Hay quien opina que, al presidente, una vez más, le han ganado el rencor y el odio.
La marcha del domingo pasado, coinciden varios ciudadanos, fue una fiesta democrática a pesar de la repentina contingencia ambiental, que la verdad fue muy sospechosa la medida, porque no fue para dispersar contaminantes sino todo indica que fue para dispersar manifestantes. Ese fue el clamor de miles y miles que salieron a la calle para evitar el regreso de las elecciones simuladas y controladas por el partido en el poder; y también una señal, es un mandato a los partidos políticos que debieron haber leído y escuchado la demanda civil para acercarse a la gente harta de autoritarismos, para recuperar la esperanza.
El presidente, como se lo menciono líneas arriba, estaba molesto por la numerosa asistencia a la marcha y fue por ello que gran parte de la conferencia mañanera la dedico precisamente a dicha marcha. Él consideró que quienes salieron a las calles no lo hicieron para defender al órgano electoral sino que esa había sido la excusa y la bandera que tomaron, siendo la realidad, según él, que protestaron en contra de la Cuarta Transformación, además de que no se tolera que el voto de un campesino valga lo mismo que el de un intelectual como José Woldenberg. E insistió en que lo de la supuesta agresión al INE no tenía fundamento y que por el contrario se buscaba fortalecer la democracia ante el riesgo de fraudes electorales. Así mismo celebró que todos queden al descubierto porque, dijo, siempre han dicho que son distintos y ahora se juntaron en la misma marcha partido como el PRI y el PAN. Así mismo el presidente tenía una lista que le había elaborado la secretaria de seguridad sobre algunos personajes que asistieron a la marcha, en donde también estaba la representación de la Arquidiócesis de Jalapa. En tono burlón el presidente los llamó “La cartelera de demócratas”. Señalando: “Ni modo que Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo y Fox sean demócratas. ¡El mismo Woldenberg! Que convalidó fraudes electorales cuando estuvo en el INE. Le voy más a la Maestra Elba Esther, porque esa no se da baños de pureza”. De quién sí se refirió duramente fue del ex rector de la UNAM José Narro, de quién dijo: “De la UNAM a matraquero del PRI” Y así siguió mencionando a varios de los asistentes militantes de partidos de oposición. Y conmino a que siguieran marchando a los que asistieron el domingo a esa primera marcha y los retó a que lleguen al Zócalo, pues dijo que las luchas, aún cuando se traten de mezquindades requieren perseverancia. Muy echado para adelante dijo que la marcha no la llevaron al Zócalo porque no iba a ir suficiente gente para llenarlo. “Ni la mitad hubiesen llenado”, dijo muy ufano y calculo como entre cincuenta y sesenta mil asistentes y el Zócalo se llena con 125 mil personas. “¡Ojalá y le sigan! Que se propongan llenar el Zócalo” fue el reto del presidente. López Obrador, como lo mencionó antes, dedico media mañanera al comentario de la marcha. Algo que dice públicamente de dientes para afuera que no le preocupa, pero ¡Claro que le ocupa! El hecho de que haya ganado la calle un sector de la población que se atreve a pensar distinto al presidente, y no para criticarlo directamente sino para clamar por la defensa de la democracia y las instituciones, que a los mexicanos tanto esfuerzo, dinero y talento han costado. Separar las elecciones del control que mantenían los partidos políticos, especialmente el PRI. Hoy el gobierno de Morena quiere regresar a esos viejos estilos y organizar las elecciones y ponerlas en manos justamente de un órgano electoral que esté controlado absolutamente por ellos.