Templo del Señor San José en Cosío, Aguascalientes

Por J. Jesús López García

Las historias sobre la creación de las ciudades o pueblos, en un primer momento, se entretejen con el correr de los años, tal es el caso de lo que actualmente es el municipio de Cosío, el cual nació a partir de la vocación similar a la de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, en el sentido de brindar apoyo a los caminantes que iban desde Aguascalientes-Zacatecas o viceversa, con alimentos, agua y lugares para el descanso, además de dulces de leche, situación por la cual se le denominó a ese sitio Natillas. Fue 1857 el año en que finalmente se fundaría con el nombre Cosío, en memoria del licenciado Felipe Cosío, gobernador de Aguascalientes (1846-1848), a decir de Alejandro Topete del Valle.

Podemos considerar que su nacimiento es relativamente reciente, en donde el viejo espíritu de la tradición aún prevalece y forma parte del quehacer cotidiano, levantándose conjuntos arquitectónicos religiosos a la usanza antigua y emplazados en sitios privilegiados de la traza urbana, como el caso del templo del Señor San José, edificado en los años treinta del siglo XX, con un sistema constructivo de muros de carga de piedra. Su portada es eminentemente clasicista, y en su totalidad conjuga múltiples particularidades primordiales de las fincas típicas, característica significativa, pues siendo una metrópoli reciente, en otras latitudes, particularmente en ciudades europeas, en el momento de la edificación de la iglesia referida, se llevaban a cabo múltiples prototipos arquitectónicos modernos, Aguascalientes no fue la excepción, sólo basta mencionar el edificio del Sindicato Ferrocarrilero (1938-1941) por el Arq. Francisco M. Treviño, ubicado en plena avenida Madero, que en su diseño contempló cuatro de los cinco postulados de la arquitectura moderna propuestos por Le Corbusier: Planta libre, edificio sostenido por columnas exentas, fachada libre, vanos horizontales, solamente faltando la terraza jardín.

Sin embargo, a pesar de ello, los habitantes de Cosío de recio arraigo rural, estimaron conveniente y con base en su forma de ser y de pensar, que la edificación del templo era un fundamento del origen primigenio de su comunidad, lo que tuvo como resultado que la erigieran de modo sobrio, con una portada clásica, un vano de arco apuntado sobre de ésta, y dos reposadas torres que acentúan el esquema simétrico sencillo, flanqueando un remate mixtilíneo con un óculo en la parte central. Toda la fachada está concluida con un revestimiento de láminas de piedra amarilla en sillares simples. Por su perfil característico y su masa construida, el templo es un elemento arquitectónico de gran peso visual y de muy fácil identificación.

La solemnidad de la devoción de los lugareños ha establecido una serie de disposiciones urbanas en que el templo del Señor San José, ha ganado el sitio que se merece, lo que se manifiesta en un conjunto sobrio, integrado a su contexto y como si hubiera estado allí desde tiempos inmemoriales.

El conjunto es mesurado en su disposición y en su composición, una declaración de fe comunal que en su creencia vio un componente de convergencia. Aparentemente se puede considerar como elemental dicho fenómeno, sin embargo, es sumamente complejo, particularmente en un asentamiento posiblemente de procedencias disímiles, donde finalmente prevaleció su devoción religiosa, un fundamento cohesivo firme, compacto, lo que a la postre se ve reflejado en un sublime edificio.

Sin duda alguna, el templo del Señor San José en Cosío, Aguascalientes, se alza como una obra de lo que la convicción de sus habitantes puede ser capaz de llevar a cabo: un santuario digno representante de la arquitectura religiosa del estado aguascalentense, cuya tradición católica da como resultado representaciones que se distinguen de manera sencilla. Una visita a Cosío, particularmente a esta admirable creación, dará fe de lo dicho.