
Por J. Jesús López García
A lo largo de la conformación de Aguascalientes como estado, ha habido municipios contemporáneos a la fundación de ésta; sin embargo, también los hay muy recientes, tal el caso de Pabellón de Arteaga. Es evidente que el diseño de la traza primigenia de Pabellón tiene sus antecedentes en la Ciudad Jardín del urbanista británico Ebenezer Howard (1850-1928). El proyecto radial con sus calles diagonales es claramente perceptible en el centro de la urbe pabellonense, cerca de las vías del ferrocarril, a través del cual se abastecía de las herramientas y materiales, particularmente el cemento y la madera necesarios para la edificación de la Presa Calles.
Afortunadamente, lo anterior podemos afirmarlo gracias a la información aparecida en el impreso surgido del Primer Congreso Nacional de Planeación llevado a cabo en 1930, firmado por el Ing. Ignacio López Bancalari y que denominó como la «Ciudad Agrícola». El trazo actual difiere en gran cantidad del planteamiento original, esto a causa del crecimiento en la superficie habitada, la demografía emergente, variedad de productos elaborados y en la importancia que pronto adquirió el sitio; sin embargo, lo que prevalece en la franja del eje norte-sur, paralela a la vía del tren, contribuye a dar brillo con lo allí levantado, como el templo de Pabellón de Guadalupe y el parque aledaño.
Con planta basilical, una fachada austera de geométricos ángulos rectos, de una sobriedad acorde con los planteamientos de la Modernidad arquitectónica de la década de veinte; sin embargo, las cubiertas con desarrollos de arcos parabólicos dan cuenta de lo acontecido a partir de los años cincuenta, en que si bien es cierto, la Modernidad estaba presente, los arquitectos ofrecieron una brisa refrescante con formas inéditas hasta ese momento, alejadas de los cánones de los grandes maestros modernos de la arquitectura.
Es conveniente mencionar que las naves laterales y las columnas que las sustentan, así como todo el desplante de la planta, las edificó el Ing. Luis Ortega Douglas con un evidente estilo neogótico; en cuanto a las cubiertas parabólicas, fueron diseñadas por el Arq. Francisco Aguayo Mora, también utilizadas en la Capilla Mayor del Seminario Diocesano de Aguascalientes, las cuales calculó el Arq. Félix Candela Outeriño (1910-1997) en su empresa constructora Cubiertas Ala. Es probable que tanto Candela como Aguayo se inspiraron en la Iglesia de San Francisco de Asís, en Belo Horizonte, Brasil, proyecto de Oscar Niemeyer (1907-2012). De esta manera, Aguayo Mora estableció este tipo de solución, estableciéndose como una punta de lanza de la Modernidad arquitectónica dentro de la edificación religiosa en el estado aguascalentense.
Con lo anterior, podemos señalar que la arquitectura eclesiástica católica de las décadas de los años 1950, 1960 y 1970, constituyó una novedad en materia edilicia, convirtiéndose incluso la Iglesia en esos momentos, en uno de sus principales promotores. Afortunadamente, el programa arquitectónico moderno también impactó en la geografía de la identidad, tal como lo hace patente el Templo de Pabellón de Guadalupe, Pabellón de Arteaga, de manera acertada en su generalidad volumétrica y en sus generosos espacios interiores; templo de gran impacto visual y un hito importante para los foráneos, así como para los mismos habitantes.
El templo incorporó en su momento unas «pinceladas» espirituales y de emocionalidad que apelan a una concepción arquitectónica y urbanística mucho más significativa que la cotidianidad de la comunidad. Sin duda alguna, el templo continúa ejerciendo su papel de elemento de referencia en la traza urbana pabellonense, dentro de la cual se emerge como un signo distintivo de la Modernidad Arquitectónica, participando su espacialidad y formas gratas para el recuerdo.