Las balas zumban por doquier como letales insectos que matan al contacto, soldados en estado de caos disparan o sucumben al constante tiroteo, las polvosas calles se pavimentan de cadáveres civiles o milicianos y de lo que alguna vez fue una ciudad ahora sólo queda su ruinoso esqueleto perforado por las bombas. Este es el contexto inmediato en que nos sumerge eficazmente la cinta “Mosul”, el debut como director del guionista y productor Matthew Michael Carnahan (“Leones por Corderos”, “Guerra Mundial Z”), quien logra desvincular la usualmente distante perspectiva occidental en cuanto al conflicto en Medio Oriente para procurar un enfoque compasivo y humano que no está exento de algunas secuencias de acción para darle sabor a este bien elaborado caldo bélico ¿Lo mejor? Que se prescinde del acostumbrado mesías norteamericano capaz de resolver el combate por sí solo o sobrevivir a cualquier obstáculo (como ocurrió en “Extraction: Misión de Rescate” también de Netflix y producida por los afamados hermanos Anthony y Joseph Russo, quienes curiosamente también participan en dicha capacidad en esta cinta) para dejarlo todo en manos de personajes de la etnia apropiada (iraquíes y musulmanes) interpretados por actores con poca experiencia, lo que le cae de perlas a esta cinta donde el naturalismo es clave.
Ambientada en el 2017, la cinta se ubica en Mosul, una de las ciudades más importantes de Irak devastada por la ocupación de los militantes de ISIS. Los únicos capaces de hacerles frente es una unidad S.W.A.T. conformada en su mayoría por civiles o soldados inexpertos que han enlistado al haber perdido familia o amigos a manos de dicha agrupación terrorista. El foco dramático se posa en Kawa (Adam Bessa), un joven recluta que ha perdido a su tío en el conflicto planteado al inicio de esta columna e incorporado a dicha unidad S.W.A.T. por el carismático y valeroso mayor Jasem (Suhail Dabbach), quien ya ha perdido a varios familiares a causa del Daesh (como ellos llaman a ISIS). Al inicio las fricciones entre Kawa y el pelotón no se hacen esperar, pero deben sobrellevar el ingreso del novato ya que se encuentran faltos de hombres para una delicada misión que deben ejecutar, una de calidad misteriosa que pasará a segundo término cuando vemos que en el cumplimiento de la misma lo importante en esta historia es tanto sobrevivir a los múltiples ataques del Estado Musulmán, como que el guion se tome el tiempo para mostrar múltiples rasgos de visceralidad y emotividad tanto a nivel interno en el escuadrón como del mismo Jasem, quien siempre tiene un consejo o una clara observación de su situación como guerreros o para con Kawa, a quien comienza a verlo como un hijo postizo. Estas escenas son las que marcan la diferencia entre “Mosul” y otras producciones similares, pues se establece un ritmo que equilibra compasión y sensibilidad con los horrores de una guerra que puede leerse en el rostro confuso y desconfiado de todos: nadie la entiende o comprende porqué existe, lo que produce resonancia en el relato y el espectador.
“Mosul” es un trabajo que no descubre algo en cuanto al género que representa, pero su dirección es muy correcta y clásica, empleando la cámara como un espectador más, sin movimientos estrambóticos o vagabundeos visuales innecesarios, y el reparto cumple con creces, en particular la dinámica establecida por Adam Bessa y Suhail Dabbach, así como un personaje de nombre Waleed (Ishaq Elias) que logra imponerse en varios momentos de la trama. Y por supuesto, la misma ciudad de Mosul, la cual adquiere personalidad propia como una ratonera inhóspita cuyas venas son esas calles polvorientas bañadas de quemante sol por donde transitan nuestros personajes. Esta película es un buen aporte de Netflix a la anquilosada experiencia cinéfila debido a la pandemia.

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