Durante la celebración de la Cena del Señor del Jueves Santo y el lavatorio de pies a 12 laicos, el Obispo Juan Espinoza Jiménez expresó que con estos acontecimientos el pueblo de Dios ingresa al Triduo Pascual, donde se institucionaliza la Eucaristía, el Sacerdocio y el mandamiento del servicio a los demás.
En la homilía, el Prelado señaló que en este Jueves Santo Jesús se presenta muy humano, pues sabe que partirá, que será traicionado y que es el momento de la despedida, pero ama a los suyos hasta el extremo, motivo por el cual elige quedarse con ellos para siempre a través de dos signos: el pan y el vino, así como la encomienda de “hacer lo que yo he hecho”.
Agregó que el signo del amor de Jesús se manifiesta a través del servicio, en específico con el lavatorio de los pies a sus discípulos y esto los fieles católicos de hoy en día deben hacerlo, cuya acción significa ser humilde, amar, perdonar, respetar, atender a los demás, sea en tu familia, en tu profesión, en la sociedad, todo en aras de mejorar al mundo, no limitarte a servir a tus intereses personales.
Congregados en la Catedral Basílica, el Pastor de la Diócesis señaló que con el Triduo Pascual se emprende el proceso de liberación del hombre de la opresión del pecado y de la muerte. Y Jesús deja ese poder en los sacerdotes, en sus apóstoles, para que perdonen el pecado y orienten hacia la vida eterna.
Respecto a la última cena del señor con sus discípulos, que se celebra en este Jueves Santo, el Prelado comentó que Jesús ofrece su vida no de una manera cruenta, es decir, no derrama su sangre en ese momento, eso sucede hasta el Viernes Santo, pero institucionaliza el Sacramento de la Eucaristía.
Por ello, pidió a a los fieles católicos aceptar el cuerpo y la sangre para recibir fuerza en este diario vivir, para sentir su amor y cariño. La eucaristía no es un rito, es un encuentro con Jesús vivo y que se reúne con toda la gente en este mismo momento.
