Nos dicen que los objetos y cosas no experimentan sentimiento alguno, carecen de alma o espíritu, son simplemente objetos, sin embargo, los pueblos antiguos a lo largo y ancho del planeta sostenían que algunos objetos principalmente aquellos asociados con lo magnánimo del universo, tenían algo así como vida, un esencia, algunos le llamaban “elementales”, ciertas historias decían que en el denominado reino mineral sus elementales eran algo así como lo que ubica la tradición como gnomos, el aire su elemental algunos lo asociaban con otros personajes mágicos como elfos, etc.

Existían rituales para comunicarse con esos elementales de los llamados “cuatro elementos”, fuego, aire, suelo y agua. Elementales que por ejemplo en el caso del agua no fenecían con hervir el agua, pues se transformaban en vapor para elevarse y convertirse en hermosas o temibles y poderosas nubes. Así sucedía con los demás elementos de la naturaleza.

Sin embargo, cuál sería la visión de un personaje de la antigüedad, del anciano de la aldea, de la anciana que contaba a los menores el abanico de historias que formaban parte de su cultura, si ellos asomaran al futuro, si en una práctica de ritualia hubieran visualizado el futuro en que el agua ya no podía transformase sin perder su esencia, como sucede con el agua contaminada hoy en día, si decían que el agua es incolora e inodora, ahora el agua sí tiene color por la carga química y de material orgánico descompuesto así como el hedor que emite por la descomposición, un agua que deja de ser portadora de vida, un agua que muere; si esas tradiciones y leyendas que dieron forma a la humanidad en su organización temprana tuvieran razón estaríamos ante cadáveres de elementos y sus elementales.

Amable lector, viajemos en el tiempo, posemos nuestra esencia viajera con un toque mágico, invoquemos la imaginación y posémonos en el pabellón de la oreja de algún adolescente de aquel pasado y porque al ser diminutos podríamos posarnos en la parte más poblada de la ceja de nuestro anfitrión, un anfitrión anónimo, pero al cual al encontrarnos cerca de su mente entre ceja y oído podríamos escuchar sus pensamientos, no la antigua lengua que a pesar de ser desconocida nos muestra un ritmo, una simetría auditiva, pero eso no impide que podamos sentir y escuchar los sentimientos, en realidad en esta historia nos convertimos en huéspedes y descubridores, aunque el final de esta historia no será para nada grato.

Me pregunto que si en esos instantes mágicos de la visualización futura los antiguos ancianos puente entre lo real y mágico hubieran sentido asomarse a un apocalipsis, una revelación nada grata, el asomo a un colapso, una forma de matar a la naturaleza por quienes han sido beneficiados a lo largo de milenios.

En el cómo depositaron en las aguas sustancia tóxicas, esferas de plásticos, así como en vez de aportar vida en el agua los animales acuáticos encontraron la muerte al toparse o ingerir algún objeto plástico o tóxico.

El pensamiento de nuestro anfitrión muestra rabia, tristeza e impotencia, lo sentimos, pero quizás por ser tan pequeños recibimos con mayor fuerza los sentimientos negativos que parecerían amenazan con reventarnos, sentimos dolor y angustia, porque el joven que ahora es nuestro portador deja escurrir sus lágrimas porque no sólo era tristeza que lo inundaba, sino que él había recibido las enseñanzas de que en el agua así como en los demás elementos vivían un tipo de seres míticos, en ese asomo, él podía ver como el agua estaba enferma de muerte, expelía un nauseabundo olor y el color de esos míticos seres presentaba necróticos colores, sus movimientos flaqueaban, era endeble su andar, las leyendas les decían que eran seres alegres y juguetones, ahora la tristeza y amargura era su constante esencia. Podríamos pensar de acuerdo con la idiosincrasia nativa que la muerte es un paso, un tránsito, un puente con colorido, así como muchas culturas lo afirman, pero este escenario no es una muerte común, la naturaleza tiene formas de cambiar su forma, una de ellas es lo que se denomina muerte, pero lo que veía nuestro adolescente era cruel, no era un puente, era un precipicio, pues no perduraba el alma, el alma y espíritu morían con el cuerpo portador, cuando un alma muere su alrededor se marchita. Cuando un ser vivo muere como ha establecido la naturaleza el polvo pasa a ser parte de la vida, pero ahora, era un polvo envenenado que transmitía muerte sin retorno, muerte sin transformación, me pregunto si estos testigos del mundo antiguo podrán actuar y modificar su futuro, así como sucede en las películas de ciencia ficción o nuestro destino es más cruel, un destino en donde el agua y sus elementales mueren, un presente en donde los sentimientos hídricos estarán marcados por una oscura y profunda muerte con olor fatal, ausente de color y de alma hídrica.

Estimados lectores, espero que hayan disfrutado esta historia. Nos vemos la próxima semana, no olviden la importancia de emprender políticas y acciones que permitan que en México y Aguascalientes el agua nos alcance.

Comentarios: saalflo@yahoo.com