
El Instituto de Educación en Aguascalientes tiene una estructura organizacional con miras de dar cumplimiento a dos grandes propósitos: 1) Brindar la atención sustantiva en materia educativa; es decir, otorgar educación de calidad a los educandos que asisten a la escuela; y, 2) Atender todos los trámites administrativos inherentes al sistema escolar para su correcto funcionamiento.
Todas las oficinas que integran el Instituto, en mayor o menor grado, brindan la atención administrativa que, respectivamente, les corresponde; sin embargo, lo sustantivo de la educación, lo técnico-pedagógico, la calidad educativa, en gran medida queda al margen de su diario quehacer; dando la impresión que lo más importante es el papeleo y la calidad educativa es asunto que se deja bajo la responsabilidad de otros, de maestras y maestros; pero, dejando un hueco en la vinculación entre autoridades centrales y docentes de escuela. Desde luego, esto no es de ahora, ya tiene años funcionando así.
Por lo anterior, cuando tomó posesión la presente administración, se tenía (y aún se tiene) la esperanza de que cambiara la prioridad en el funcionamiento del Instituto, que le diera la más alta importancia a lo sustantivo, a lo técnico-pedagógico, a la calidad educativa de los alumnos; y que la parte administrativa tan sólo fuera el soporte para mejorar la educación que se brinda a los educandos. Y no que camine lo administrativo por un lado y lo técnico-pedagógico por el otro. Un ejemplo concreto de que lo administrativo camina por un lado y la calidad educativa por el otro está en el caso del Sistema de Asesoría y Acompañamiento a la Escuela -SISAAE-, dependiente de la Dirección de Educación Básica. Desde que tomaron posesión los actuales encargados del SISAAE, de las oficinas centrales, se sabe de ellos, vía internet, por los datos y papeles que a diario piden de alumnos, maestros, directivos, supervisores; de muebles y equipos escolares, entre otras cosas; pero hasta la fecha no se les ha visto en las escuelas dando asesorías técnico – pedagógicas ni acompañamientos a docentes o directivos. Y las filiales del SISAAE distribuidos en la ciudad capital y en los municipios foráneos, únicamente se dedican a replicar, vía internet, las mismas exigencias administrativas de nivel central. Mientras todos soslayan lo más importante: la mejora de la educación.
Las pasadas administraciones, sin buena fortuna, cubrieron los puestos del Instituto de Educación por cuestiones políticas y no precisamente por el interés de mejorar la educación; como resultado vino el descuido de lo fundamental: la calidad educativa. Y no porque los políticos no tengan derecho ni capacidad para mejorar la educación, tienen posibilidades; pero su real interés está en otra parte. Y todo parece indicar que la presente administración hizo lo mismo con los puestos, continuó con los mismos vicios de nombrar a políticos en asuntos tan importantes como es la formación de estudiantes con alta calidad académica, salvo algunos casos excepcionales; pero las excepciones no hacen reglas.
No obstante lo anterior, esta administración aún es joven y se pueden mejorar muchas cosas; los funcionarios requieren hacer un alto y ponerse a pensar, individualmente, ¿para qué querían el puesto?, ¿nada más ocuparlo y nadar de muertito?, ¿o querían mejorar la educación que está bajo su responsabilidad? Si querían contribuir en el mejoramiento de la educación de niños, adolescentes y jóvenes; pues bien, ahí están las oportunidades. Es cuestión de ir a las escuelas, detectar qué necesitan los alumnos para aprender mejor y qué necesitan los maestros para enseñar mejor; qué requieren los directores, los supervisores y los padres de familia, de apoyos para el buen desempeño de sus respectivas funciones y responsabilidades educativas. Desde la oficina se pueden diseñar proyectos, pero éstos sólo cobran realidad en las escuelas.