
Cuando las palabras no bastan para entendernos, el baile resulta la forma de expresarse, porque está en la naturaleza del ser humano, al grado de que en la danza africana hay un vocabulario completo que las tribus utilizan como una forma de pedir perdón, de resolver un conflicto, o incluso para demostrar la tristeza, asegura el maestro de danza, Traore Soule Mohamadou.
Al término de una práctica, la energía de las coreografías y el sonar de los tambores, junto a la alegría de niñas y el vigor de cada paso, queda la interrogante del porqué enseñar algo tan propio como son las tradiciones de Togo, donde es su origen, en una ciudad como Aguascalientes.
La explicación de Traore es sencilla, afirma que el baile es movimiento, y es propio del arte el viajar y experimentar tendiendo un puente entre las culturas, lo que finalmente le ha puesto en la entidad, luego de enamorarse del sitio que años atrás visitó en una invitación de exhibición.
“El baile está en cualquier persona, lo hacemos con los dedos, con el zapateo, y eso finalmente es una manera de expresar lo que sentimos, mucha gente no baila porque asegura que no sabe o no tiene ritmo, pero en esencia no se trata de hacerlo como profesional, sino de que en cada movimiento haya un sentimiento”, explica.
Traore Soule advierte que el baile en África es parte de la vida cotidiana, desde la niñez, en la cocina, mientras vas de camino a la escuela, para tomar ánimo mientras trabajas. En cambio, a la gente que baila o canta sin razón aquí, se le llega a decir que está loco, cuando se trata de algo que llevas dentro y tienes que sacarlo, habrá gente que canta en la regadera y seguramente tiene algo de arte en su interior.
Para Troure la danza africana es más allá de un entretenimiento, es una emoción que todos tienen y que puede salir de cualquiera, siempre que esté dispuesto a transmitirlo, sin importar que se trate de un joven o un adulto mayor.