La semana pasada, el 24 de abril, la Lic. Lorena Martínez Rodríguez, Directora General del Instituto de Educación de Aguascalientes, manifestó a los medios de comunicación que «de los 50 mil estudiantes de educación básica que presentaban algún rezago educativo por efectos de la pandemia del COVID-19, cerca del 40 % ha ido recuperando sus aprendizajes». Y agregó: «Los programas establecidos para recuperar los conocimientos de los escolares van viento en popa… por tanto, el rezago por COVID-19 es prueba superada».

Sí, habrá que decirlo y reconocer que el Gobierno de la entidad tal vez sea el único preocupado por superar el rezago educativo que generó el COVID-19; para ello, la Gobernadora anunció, en octubre pasado, el programa «Los sueños se construyen en el aula»; el cual tiene dos propósitos fundamentales: 1) Recuperar a los alumnos que abandonaron la escuela; y, 2) Regularizar a los estudiantes que presentan rezago en los aprendizajes.

La intención del gobierno estatal y de la Dirección General del Instituto de Educación es digna de reconocer; pero, ¿en qué medida está funcionando este programa en las escuelas?; para tener un punto de partida como lo establecen los cánones, ¿se hizo, al inicio, una evaluación diagnóstica para conocer la real magnitud del rezago educativo por niveles, grados, grupos y por alumno? Los docentes frente a grupo dicen que, hasta la fecha, no se ha realizado ninguna evaluación diagnóstica con ese fin. Los directores de las escuelas, a su vez, aclaran que tan sólo, durante los meses de noviembre y diciembre de 2022, se les pidió un listado de estudiantes con bajos niveles de aprendizaje, sin ninguna otra indicación; por lo que los listados se enviaron a las autoridades educativas como cada director entendió la indicación: sin precisar en qué y cuál era el nivel del rezago. Y, presumiblemente, esos listados, que contienen información dispersa y confusa, son los que integraron los 50 mil estudiantes con «algún rezago educativo» (por la pandemia) que la Directora General del Instituto manifestó a los medios. En el mejor de los casos, este dato merece el beneficio de la duda.

Si realmente, tanto el gobierno del estado y el Instituto de Educación, quieren superar el rezago educativo provocado por la pandemia del COVID-19, entonces, los responsables del programa «Los sueños se construyen en el aula», invariablemente, deberían empezar diagnosticando cuál es la gravedad del rezago por nivel, por grado, por grupo y hasta por alumno; con el fin de tener idea de qué se debe hacer técnico-pedagógicamente en cada caso. Sólo con una evaluación diagnóstica seria se puede saber en qué aprendizajes de Matemáticas, Español, Formación Cívica y Ética, Biología, así como en las demás asignaturas de los programas de estudio, se requiere, puntual y objetivamente, regularizar a los alumnos. De no ser así, sólo hay simulación y autoengaño en el desarrollo del programa.

Ciertamente, las maestras y los maestros están laborando diariamente para cumplir con los programas de estudio, pero no con la orientación precisa del programa en comento, por falta de directriz al respecto.

Por otra parte, ¿de dónde salió el dato de que el 40 % de los rezagados ya se recuperó?, ¿qué instrumento de evaluación se aplicó para medir este logro?, ¿cuándo y en qué escuelas se aplicó que los maestros no se dieron cuenta? Así como para saber cuál es el nivel del rezago educativo, invariablemente, se tiene que aplicar una evaluación diagnóstica; de igual manera, para saber el grado de avance de un programa educativo en desarrollo, necesariamente, se tiene que aplicar un examen de evaluación, para no manejar datos a ojo de buen cubero; pero, si hay evidencias de lo realizado, habría que presentarlas para evitar malos entendidos.