
Luego de treinta años de haber sido suspendida, la Pastoral de Cultura de la Diócesis de Aguascalientes realizó anoche por las calles citadinas la Procesión del Silencio, una manifestación de piedad popular que representa al pequeño grupo de amigos y discípulos que, según la tradición cristiana, después de haber bajado de la Cruz a Jesús, lo llevaron hacia “una tumba excavada en la roca, en la cual no se había dado sepultura a nadie”.
Uno de los elementos característicos de esta procesión es el silencio por parte de los participantes, quienes llevan su identidad personal cubierta con una vestimenta y un capirote que les cubre la cabeza en señal de expresar a Dios la relación íntima que desean tener con Él y la manifestación de cierta penitencia.
El Obispo Juan Espinoza Jiménez compartió que esta procesión es la expresión de los amigos de Cristo de nuestros tiempos, “que con nuestro silencio y oración, acompañamos el cuerpo ya sin vida de Jesús, que ha muerto por amor a cada uno de nosotros. Por eso, lo acompañamos hasta el lugar donde fue velado”, siendo en este caso, la Catedral.
Por su parte, el padre Jaime Silva, asesor de la Pastoral de Cultura, explicó que esta procesión es un espacio para que los fieles expresen su devoción y piedad, en un clima de recogimiento, silencio y oración. En este acto de fe los participantes se remitieron a la oración de Jesús en el huerto de los olivos, el Señor de la columna, Jesús con la cruz a cuestas, la crucifixión, la Santa Cruz, la Piedad, el Santo Entierro y la Virgen María en su advocación de la Soledad.
SIMBOLISMO. Anoche, la Procesión del Silencio concentró a numerosos fieles por las calles. Para la diócesis local, con esta actividad se busca dejar una semilla de esperanza y amor piadoso que se abonarán en la recomposición del tejido social.
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