La parte emocional del ser humano es vital para su sobrevivencia; el reprimir dichas expresiones podría desencadenar una serie de enfermedades crónicas, que incluso inciden en desenlaces fatales, ya que se potencializan provocando que la persona estalle.
En estos casos, el paciente tendrá mayores complicaciones para controlar sus sentimientos, que se convertirán en depresión, miedos, pánico, paranoia y fobias; ante ello, el fundador del Colegio de Psicólogos, Nefi Campos Muñoz, resaltó que lo ideal es expresar las cosas en el momento justo y mantener la adecuada comunicación con los demás, para que el estado de ánimo no controle las circunstancias.
“Sin emociones hace mucho nos hubiéramos extinguido como especie; más que no tener emociones, es aprender a controlarlas y manejarlas de manera adecuada. Cada emoción es necesaria para alguna situación en particular, por ejemplo, la alegría siempre aparece cuando tenemos una satisfacción y nos da vida y armonía; la tristeza es una especie de desahogo para el alma y ayuda a mantener un equilibrio, siempre aparece cuando hay una pérdida y es inevitable, la forma adecuada de manifestarlo es llorando”, detalló.
El psicólogo precisó que otra de las emociones que requiere expresarse en el justo momento es el miedo; es necesario para prevenir los peligros, ya que se manifiesta precisamente ante un indicio de alerta; el coraje también ayuda a establecer límites con las demás personas.
“El problemas es que a muchas personas desde pequeñas les enseñaron a reprimir sus emociones, entonces, si por ejemplo en la mañana yo me levanto y tengo hambre, y estoy un poquito molesto porque no hay desayuno, es normal que sienta esa inconformidad; la mayoría de las personas se callan esas pequeñas circunstancias y si a mitad del día se reprimen otra molestia ya se convirtió en un coraje, si no lo hablan puede convertirse en ira, odio e incluso agresión. Una emoción que no se expresa se va acumulando y con el paso del tiempo es más difícil de controlar”, recalcó.
Campos Muñoz explicó que quienes reprimen por mucho tiempo sus alegrías, desencadenan que tras varios años lleguen a presentar problemas de parálisis facial; lo mismo sucede con quienes no externan sus corajes, en lo sucesivo sufren por colitis, gastritis o úlceras. El negarse a sentir tristeza y llanto puede generar problemas cardiacos, y reprimir los miedos, desencadena enfermedades renales.