Silvia Guerra

Esta temporada genera expectativa para muchos, entre rituales norteamericanos y festejos mexicanos, ella nos invita a divertirnos y arriesgarnos a personificar a alguien más a través de disfraces ingeniosos y creativos. ¿Cuántas fiestas, reuniones y concursos se planean durante esta época con el afán de buscar una diversión distinta y original? Es nuestra grandiosa oportunidad de estirar nuestra imaginación para causar un impacto en los demás, intentando a toda costa ser original, único y vistoso.

¿Se han puesto a pensar que además de la parte divertida, un disfraz da la oportunidad de ocultar cosas también? Se vuelve la perfecta excusa para perder la vergüenza en aras de pasar un buen rato… ¿Pero, qué se esconde tras la máscara? El subconsciente. Éste se filtra, los sentimientos ocultos al ojo del espectador, esos que no nos permitimos externar en la cotidianidad, afloran escudados ante el ello velo del antifaz. Para corroborar esto, el psicólogo José Álvarez comenta: “esconderse detrás de algo que no deja ver quiénes somos, tiene el beneficio de sacar algunos rasgos de personalidad escondidos”; por lo que disfrazarse puede considerarse sano, ya que nos sentimos liberados y arriesgados, positivos y entusiastas, lúdicos. Sólo, como todo, hay que limitar nuestra conducta y no llegar a los excesos con el pretexto de que estás escudado bajo una máscara.

Un disfraz dice mucho de ti y de tu personalidad. Generalmente hay una predilección por cierto tipo de disfraces, buscando distintos tipos de objetivos al portarlos como: explayar un sentimiento o interés que de manera cotidiana no nos atrevemos; querer mostrar y explayar la parte histriónica y teatral que todos llevamos dentro; personificar a alguien que admiramos o a alguien con un rol aspiracional para nosotros; externar nuestras más ocultas pasiones; lucir el cuerpo que de manera diaria no nos atrevemos; dar rienda suelta a nuestra creatividad y vena artística; etc. Es por eso que podemos encontrar desde los disfraces ajustados y sensuales, los históricos, los infantiles, los de superhéroes, los de personajes famosos, los totalmente creativos y, muchos más sin duda. Todo esto, si nos ponemos a escuchar con la observación (valga la incoherencia), nos cuenta una historia de la persona que lo porta. ¡Qué emoción! ¿Tú qué cuentas?

Ultimadamente, es nuestra oportunidad de divertirnos en grande y de ser, por una noche, lúdicamente alguien más. Como diría la talentosa Celia Cruz: “La vida es un carnaval”. Espero se hayan divertido explayando ese yo oculto.

Nos vemos la próxima semana.

 

El Poder de tu Imagen.

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