Antes de continuar con el doctor Alfonso Pérez Romo y su discurso de ingreso a la Academia de la Lengua, y aprovechando que se acerca el Día de Muertos, permítame compartir con usted una historia que me contó José María Cabodevilla, y que me dijo que era una leyenda persa. Y dice, fíjese bien: “Un jardinero, adolescente aún, suplicó a su príncipe: -Encontré a la muerte esta mañana. Me amenazó. ¡Sálvame! Quisiera encontrarme lejos, quisiera encontrarme esta misma noche en Ispahan.

Magnánimo y afectuoso, le proporcionó su caballo más veloz. Al día siguiente, el príncipe se topa con la Muerte.

-¿Por qué –le pregunta- hiciste ayer un gesto de amenaza a mi jardinero?

-No fue tal gesto y amenaza –responde la Muerte- sino de asombro. Porque lo veía lejos de Ispahan y yo debía tomarlo en Ispahan esta misma noche”.

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¿Qué le parece? Esta historia me recuerda aquel dicho de “si no te toca, aunque te pongas, y si te toca, aunque te quites”.

En fin, regreso con el doctor Alfonso Pérez Romo para, de entrada, señalar una fe de erratas: por una desgraciada intervención de los hados, en la entrega anterior señalé que la fecha de su óbito había sido el 23 de octubre, cuando en realidad ocurrió el 24.

Ahora sí, continúo con su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, que tuvo lugar el 15 de abril de 2021. Dice el chihuahuense de origen que de la medicina saltó a la pediatría, que ejerció entre los años 50 y setenta del siglo anterior, momento en que inició su andadura universitaria, e hizo una comparación entre la medicina que se ejercía en sus años en que atendió a un sinfín de niños ahí, en su consultorio de la avenida Madero, con la que se tiene actualmente, y señaló que existían enormes diferencias entre una y otra, en la medida en que entre tanto se habían experimentado, como en prácticamente todas las áreas del conocimiento humano, importantes avances científicos y tecnológicos.

Sin embargo, a despecho de lo anterior, el fundador de la carrera de medicina de la UAA considera que se está perdiendo el sentido humano, “qué es la razón esencial de su existencia”.

Recordó que en aquellos años en que estuvo en la vanguardia del combate a la enfermedad, los médicos visitaban a los enfermos, y si era preciso internarlos en los hospitales, el Hidalgo, la Cruz Roja… era cuando se precisaba realizar una intervención quirúrgica. La atención médica era cálida, expedita, fluía hacia todos los grupos sociales, y frecuentemente era gratuita. “Hoy el paciente, cualquiera que sea su malestar, serio o leve, tiene que dejar el cobijo de su hogar en busca del auxilio médico. El personaje que podía atenderlo en la quietud y el calor de su casa, ya no existe… Ahora tendrá que caminar largos trechos, ya sea para coger turno en las instituciones oficiales o transitar por la medicina privada, pasando tal vez no solo por uno, sino por varios facultativos, y por diversos gabinetes y laboratorios de donde pueda aflorar un diagnóstico, todo ello a precios prohibitivos las más de las veces”.

Si entendí bien el discurso del doctor Pérez Romo en este punto, una de las transformaciones más importantes que ha sufrido la medicina en las últimas décadas es la proliferación de especialistas de todo tipo, para aparatos y funciones muy concretas del cuerpo humano. Entonces, así como no queriendo la cosa, surge la idea de que el médico general; el médico familiar es, casi, un médico de segunda, como alguien que no tuvo la capacidad y/o posibilidad de estudiar un posgrado, y entonces deberá conformarse con la medicina general.

Su conclusión es lapidaria: a despecho de quienes continúan sosteniendo los antiguos ideales de la medicina, también ocurre que “la medicina actual se vuelve innecesariamente complicada, abiertamente clasista, comprometida con capitalistas que no tienen nada que ver con la salud, sino con el rédito desmedido de sus inversiones, y en fin, escandalosamente costosa.

En este sentido, el pediatra se pronunció en favor de una medicina humanista, que atiende de manera integral los males que aquejan a sus pacientes, considerando la dimensión espiritual. Es hora de seleccionar a quienes tengan la consistencia moral y el espíritu de servicio necesarios para merecer la gracia de ejercer este noble ministerio. Con más razón hoy, que vemos abrir tantas puertas con ligereza, para lucrar con la desmedida y ambiciona demanda de inscripción.

Pérez Romo se refirió luego al papel desempeñado como fundador de la carrera de medicina del Instituto de Ciencias, ya en franco proceso de conversión en Universidad Autónoma de Aguascalientes. Luego se convirtió en el segundo rector de la UAA, que trajo consigo el que quedara “atrapado para siempre en el fascinante quehacer de la educación y de la enseñanza, las dos fuerzas en que consiste el arte de la formación integral de los seres humanos”.

La próxima semana continuaré con esta reflexión. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).