Hay cánceres que se curan, como un alto porcentaje de las leucemias linfoblásticas de los niños y muchos de los cánceres de los adultos si se detectan y tratan en sus etapas iniciales, por ejemplo, el cáncer de próstata. Pero cuando el tumor ya ha soltado amarras y se ha diseminado por el cuerpo, salvo algunas excepciones, curarse, lo que se dice curarse, es mucho más difícil. No en balde, la causa principal por la que uno se muere de cáncer son las metástasis, esos tumores secundarios que son hijos del tumor original o primario, lo que la gente llama “implantes”.

Para intentar responder a la pregunta del título, vamos a recurrir a Italo Calvino (1923-1985), un escritor y periodista italiano que parece darnos una pista en uno de sus libros titulado ‘Palomar’. El señor Palomar vive en una casa rodeada de césped que él sembró a partir de tres plantas: la dicondra, la gramilla y el trébol. Esas plantas son las que podríamos considerar hierbas buenas. Mantener el césped en condiciones óptimas implica un gran esfuerzo. Hay que sembrarlo, regarlo, abonarlo, desinfestarlo y segarlo. De manera inevitable, aparecen las malas hierbas. Nos dice Calvino:

«¿No queda más que cizaña? Peor aún: las malas hierbas se entremezclan tan espesamente con las buenas que no se puede meter mano en medio y tirar. Pareciera que se ha creado un acuerdo cómplice entre las hierbas sembradas y las silvestres, un debilitamiento de las barreras impuestas por la disparidad de nacimiento, una tolerancia resignada de la degradación. Algunas hierbas espontáneas no tienen para nada, en sí mismas, un aire maléfico o insidioso. ¿Por qué no admitirlas entre las que pertenecen al césped por derecho propio, integrándolas en la colectividad de las cultivadas? Por ese camino se llega a dejar que se pierda el “césped inglés” y a replegarse en el “césped rústico”, abandonado a sí mismo».

Entre las células buenas de nuestro cuerpo, aparecen las malas. Como en el texto de Italo Calvino, las células malas se parecen a las buenas, se entremezclan con ellas y las sanas, en lugar de rechazarlas, las toleran con asombrosa pasividad. En realidad, un tumor es una colonia de células malas y buenas que viven con cierta armonía entre ellas. Eso permite que las células malas prosperen y desarrollen su habilidad más temida: la migración a otros órganos para crear nuevas colonias tumorales. Lo hacen en las narices de las células buenas, que deberían defendernos y que no lo hacen porque han sucumbido a los poderes de seducción de las células malas.

Otro elemento juega un papel clave en este tema: la influencia que ejerce la evolución biológica. Nuestro organismo es fruto de cambios que han sucedido a lo largo de millones de años, desde la aparición en la Tierra de los primeros seres vivos formados por una sola célula hace aproximadamente 3,500 millones de años y la emergencia de los primeros seres formados por varias células hace unos 530 millones de años, hasta la actualidad. Desde el punto de vista biológico, los humanos somos seres complejos, formados por muchas células. Somos comunidades de células, tanto humanas como bacterianas.

Los tumores se comportan como seres vivos dentro de nuestro organismo. Y al igual que cualquier ser vivo, son capaces de evolucionar, de cambiar, de adquirir nuevas habilidades para sobrevivir. Ese proceso que a nosotros nos lleva muchas generaciones, los tumores lo desarrollan en cuestión de meses o años, a veces más rápido, todo en el breve lapso de la vida de un ser humano. Reproducen la evolución de toda una especie en un tiempo mucho más breve.

Mel Greaves, biólogo e investigador de estos temas, dice que el cáncer es una consecuencia inevitable de dos características esenciales de nuestro organismo: la primera es la necesidad de multiplicación y regeneración de nuestras células para sobrevivir y, la segunda, los fallos en los mecanismos que copian y reparan nuestro material genético.

Al igual que las hierbas malas del señor Palomar, el que los tumores malignos se parezcan tanto a nosotros mismos es posiblemente una de las causas por las que es tan difícil eliminarlos.

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