En la colaboración anterior – https://www.heraldo.mx/pobreza-y-salud-en-mexico-i-ii/ –, se habló de las mejoras que se obtuvieron sobre los niveles de pobreza en nuestro país, los cuales contrastaban con las limitantes en el sector salud. Indaguemos al respecto.

La ambiciosa apuesta del presidente buscaba dejar atrás a un débil y fragmentado sistema de salud en nuestro país. Mejorar la cobertura médica de casi la mitad de la población ha representado un gran reto que llevamos enfrentando por varias décadas, esto ante niveles crecientes, año con año, de la informalidad, lo que priva a millones de mexicanos de acceder a la seguridad social. En vías de lograr cumplir esta promesa, a finales de 2019, el Gobierno creó el Instituto de Salud para el Bienestar, el famoso Insabi, a pesar del rechazo de la oposición.

Este nuevo organismo representó la disolución del programa del Seguro Popular, creado en 2003 por el expresidente Vicente Fox, precisamente, para dar cobertura a los trabajadores que laboran día con día en el terreno de la informalidad. Este sistema funcionaba mediante la cobertura federal de un catálogo limitado de enfermedades y cuyo servicio era prestado por los sistemas estatales de salud.

El nuevo proyecto centralizaba los recursos del Seguro Popular, tanto los que venían del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, que financiaba la atención de las enfermedades más graves, como el presupuesto asignado a los estados. De igual forma, expandía el catálogo de enfermedades, buscando una verdadera cobertura universal en el país.

A la par de esto, el presidente decidió echar abajo el sistema de compra y distribución de medicamentos que durante años fue encabezado por el Instituto Mexicano del Seguro Social y las empresas farmacéuticas.

El actual mandatario aseguró que se presentaron un gran número de irregularidades y desvíos de recursos por los diferentes mandos que pasaron por el Seguro Popular durante tres sexenios, llegando a decir que aquello «no era ni seguro ni popular».

Estamos de acuerdo en el tema de la corrupción, un problema que nos ha aquejado desde que se tiene uso de memoria y que no se presenta sólo en el sistema de salud. Sin embargo, pensar que ese es el único problema para los diferentes problemas que vivimos es una ingenuidad. Será uno de los más graves, pero no es el único.

Refiriéndonos sólo al tema de salud, existen problemas estructurales desde hace años. Los niveles del gasto público en salud han sido muy bajos en comparación con los niveles necesarios. En el último año del programa eliminado por la administración lopezobradorista, se invirtió 1.03% del PIB y ahora en 2022 se invirtió 0.81%. Se estimaba que para el año 2019, el número debería rondar 3.5%.

La falta de medicamentos continúa siendo un problema para un gran número de mexicanos. El quitar un programa de compra tiene que venir acompañado por la implementación inmediata de otro; el cual, evidentemente, no se tenía preparado. La sociedad más marginada pagó el precio de estas medidas.

Al igual que muchas de las áreas de la estructura gubernamental, la falta de preparación de los dirigentes pagó sus dividendos. Al presidente no le gusta que le digan qué hacer. No olvidemos que el primer director general del IMSS dimitió tan sólo unos meses comenzada la actual administración.

En cuanto a la pobreza se refiere, si bien es cierto que encontramos números favorables, lo cual se reconoce, mucho del trasfondo está en un considerable incremento de los programas clientelares del Gobierno Federal.

Asimismo, el aumento en las remesas también resulta un pilar para estos avances. Sin que esto se vea de manera negativa, no podemos usar este dato como referente para alardear sobre la reducción de la pobreza en el país. Si bien se reciben más dólares, la verdad no deja de ser que no existen las circunstancias laborales que permitan que miles de mexicanos no caigan en la necesidad de salir del país en busca de condiciones más favorables para sus familiares.

OVERTIME

 

Ha comenzado el conteo de las boletas levantadas en la encuesta presidencial, mediante la cual se busca designar al candidato o candidata del Gobierno para las próximas elecciones presidenciales. Resulta interesante cómo uno de los aspirantes ha manifestado en repetidas ocasiones que salvaguardará la voluntad popular de millones de mexicanos. ¿Será que el dedo del presidente realmente decidirá el ganador? Creo que todos conocemos la respuesta.

 @GmrMunoz