Por J. Jesús López García

En las plazas, las actividades y hechos significativos de los habitadores de cualquier asentamiento, comunidad, capital, ciudad, quedan registrados en la memoria de aquellos. A lo largo de la historia se han llevado a cabo algunas situaciones dramáticas o de índole traumático, al menos para quienes las vivieron, como en las ejecuciones públicas, o la espeluznante quema de celebridades incómodas, como en el caso del predicador italiano Girolamo Savonarola (1452-1498), en la Piazza della Signoria en Florencia, Italia, que murió en la hoguera. Se estilan los festejos populares periódicos, basta recordar el 15 de septiembre de cada año, cuando se desarrolla la ceremoniadel Grito de Independencia, en las múltiples plazas del territorio mexicano a un mismo tiempo.

Aún se menciona que se “toma la plaza”, aunque ya nada tenga que ver con una ocupación militar, lo que nos confirma lo importante de este espacio en el imaginario colectivo. En la historia de la pintura, en este sitio recurrentemente en los lienzos se representan la multitud de personajes y los actos que se llevan a cabo en él, recordemos la Plaza de la Constitución en Ciudad de México, conocida comunmente como Zócalo, que en algún cuadro novohispano muestra a la muchedumbre, carruajes y varias actividades, o también en las pinturas de Giorgio de Chirico (1888-1978), que muestran unas idealizaciones de las plazas italianas tal y como se tratase de sueños en donde aparecen misteriosos personajes con cabeza de balón.

El imaginario colectivo se entroniza como uno de los elementos para la definición de una plaza pública, de tal suerte que en ésta es en donde se levantan los componentes arquitectónicos, así como los escultóricos, que fortalecen esa memoria común. Por lo anterior, lo que se establece en las plazas, por lo general, es algo ampliamente discutido por vastos sectores ciudadanos, ya que al final los espacios públicos pertenecen a todos. Cada residente tiene una opinión acerca de lo que ha de organizarse en estos ámbitos, sin embargo, la autoridad correpondiente es la que decide finalmente qué ha de llevarse a cabo.

Los elementos organizados en las plazas son partes primordiales en ellas, de esta manera, en ocasiones se colocan monumentos destinados a algún personaje en particular, o en su caso, a hechos memorables. Al final, el término monumento, proviende del latín monumentum, “recuerdo”, por lo que el objeto que recuerda algo más, termina siendo parte análoga del recuerdo mismo. En otras ocasiones, a este espacio se le suman esculturas o fuentes, que más que un elemento decorativo, -como el caso de las fuentes que en antaño tenían la función de abastecer de agua a los pobladores-, son fracciones de ese entramado que culminará siendo parte de la evocación común.

En algunos jardines, que no plazas, de Aguascalientes, existen fuentes al centro de ellos, como aquella que se encuentra en el Jardin del Encino, o la que en un tiempo existió en el centro del Jardín de San Marcos. Rememorando estas magníficas soluciones, tal vez, la fuente con una escultura, que selocaliza en la plaza de San Francisco de los Romo, muestra una solución de reciente manufactura, alzándose como un espacio en construcción de la memoria de la comunidad. El ámbito aludido, posee un trazo eminentemente actual, que deja atrás el esquema tradicional de una explanada, pues es evidente su solución dual de plaza y jardín.

Los recuerdos de los habitantes de San Francisco de los Romo, se fortalecen y afirman en este ambiente público, que se adaptan a las diversas circunstancias que viven, cuando lo requieren y construyendo su historia, que pulen y transforman, situación que finalmente es el verdadero legado de toda plaza pública, ya que con el paso del tiempo, los personajes y actividades desaparecen, permaneciendo solamente el recuerdo y la capacidad de éste para evocar la idiosincracia de una población y de un sitio que le ha brindado abrigo.