
Cuando menos cincuenta alumnos de cada uno de los ochenta y seis planteles de educación básica adscritos a la Unidad Regional de Servicios Educativos Insurgentes del IEA, enfrentan un problemón que se relaciona con la severa descomposición social y familiar, donde los menores acusan bajos rendimientos académicos y urge un trabajo unificado de todos los actores para rescatarlos de la violencia, el alcoholismo, la drogadicción o la depresión.
El titular de la URSE Insurgentes, Antonio de Lira González, demandó la intervención de la Secretaría de la Juventud para acercar una asistencia a los 4 mil 300 estudiantes de primaria y secundaria que requieren de una atención especializada de carácter psicológico, emocional, conductual, y que también necesitan sentir amor por parte de sus padres y familias, ejerciendo una formación sin autoritarismos ni liberalismos.
En las escuelas adscritas a la URSE Insurgentes acuden 24 mil estudiantes de preescolar, primaria y secundaria, quienes de una u otra manera necesitan atención, supervisión de las áreas de educación especial y regular, a fin de encaminarlos hacia un desarrollo armónico.
Admitió que los niños con problemas de alcoholismo, drogadicción o desatención familiar sí acuden a clases escolares, lo que genera una situación muy complicada en las instituciones educativas y especialmente desde cuarto grado de primaria y toda la secundaria.
En el grado de la secundaria se observa la realidad de adolescentes cortados en sus brazos, con tatuajes, aretes, impartiendo amenazas a sus compañeros u otras situaciones, donde los directivos de las escuelas llaman a los padres de familia y se encuentran con el hecho de que los papás se encuentran en las mismas circunstancias, hecho que complica el entendimiento entre las partes.
Hay un número importante de alumnos que amenazan a sus papás, a los abuelos, a los maestros, a los directores, dijo, pero el asunto es que estos menores se encuentran confundidos, por naturaleza son buenos, aunque les falta amor, atención y tiempo por parte de sus padres.
Hasta ahora, dijo que en los planteles educativos a través de sus directores y profesores, junto con los padres de familia, se ha realizado lo posible, pero sin grandes avances por el entorno vigente en esta zona de la ciudad de Aguascalientes.
Además, comentó que no todas las escuelas cuentan con los recursos económicos y los equipos especializados de atención psicológica o de trabajo social para ayudar a los estudiantes con problemas, pero aquí urge un verdadero apoyo y un equipo integrador para apoyar a las escuelas de la colonia Insurgentes y sus alrededores.
Hoy en día, con dificultad se cuenta con el respaldo de los padres de familia, cuando hay necesidad de canalizar a los jóvenes o de instrumentar acciones dentro del hogar para lograr cambios en los menores. Esto a causa de la descomposición familiar y social imperante, simplemente no quieren hacerlo ni acuden a las escuelas cuando se les solicita su presencia, dijo.
Mencionó que recientemente una mamá le reprochó que su hijo haya sido cambiado de grupo, a solicitud del abuelo del menor, lo que evidencia una falta de comunicación en las familias y que desencadene problemas de otra índole dentro y fuera de las escuelas.
Finalmente, el funcionario del Instituto de Educación precisó que de modo interinstitucional se puede acompañar a un joven necesitado de apoyo, se hace desde el aspecto curricular al adoptarse medidas académicas especiales, desde las áreas de trabajo social, la prefectura, además de la Secretaría de la Juventud del estado, siempre junto con los padres de familia.