“Otro muerto, otro muerto, qué más da / si está muerto, que lo entierren y ya está.”

José María Cano

Por: Daniel Amézquita

Para que te acuestes en cempasúchil y veas tu Coca-Cola colgada de un hilo rojo y te la saborees, te espero; y que así, boca arriba, saques tu manita enterregada, como un recién nacido, y la extiendas y juegues con tu mandarina y tu plátano y tu naranja agria; y escribo tu nombre: Rafael Cipriano, para que lo deletrees al revés, mirando a las estrellas; y te anclo al inframundo con canastas pesadas: sobre los antebrazos, tortillas recién hechas; enredada en colores y punto de cruz, una docenita de tamales para tus rodillas; sobre la panza, pan; sobre el corazón, una botella de mezcal; y en ese mar de cruces amarillas, en el que se presume que ya no lloras, en esa tierra prometida te enciendes, yaces. Mira qué sonrisota tienes en esta foto, cantando y tocando la guitarra, ve cómo me aferro a dibujártela otra vez con este escurrir de cera. Y te bailo encima y te digo muerto y abrazo mi dolor, frente a ti, para inquietarte, difunto inmóvil, yo que aún puedo, yo que aún puedo recordarte. ¿Cuándo voy a morir?, como tú, para saber lo que es vivir, vivir, vivir.