
El pasado diez de mayo celebramos el tradicional Día de las Madres, siendo una de las celebraciones más importantes de México y no pudieron faltar los festejos, los regalos, flores y restaurantes llenos como todos los años. La madre mexicana es un ejemplo de fortaleza y lucha, de cariño y bienestar por sus hijos.
Sin embargo, mientras muchos celebrábamos a nuestras queridas madres, ocurrían festejos y las calles se vaciaban a la hora de la comida. Sucedió que madres de hijos desaparecidos se reunieron para manifestar su inconformidad ante tal situación, reprochando al Gobierno por estas desapariciones. El contraste que existe con estas madres duele y no es para ignorarlo como comúnmente lo hace el Gobierno, sino para ser conscientes de las realidades que atraviesa el país ante hechos cotidianos como una celebración que algunos festejamos con singular alegría.
Me impactó mucho el abismo que existe entre ambos tipos de madre, aquellas que sí tienen a sus hijos y las que no lo hacen. ¿Por qué hay madres que pueden verse privadas de celebrar este día a causa de desapariciones forzadas, delincuencia, entre otras?
Las Madres Buscadoras creen que no hay nada que celebrar en realidad cuando sus hijos les han sido arrebatados, cuando exigen verdad y justicia, así como rendir homenaje a aquellas madres que murieron con la esperanza de ver a sus hijos volver y a madres que han sido asesinadas en su labor de búsqueda. De estos casos existen un sinfín de documentales, especialmente en busca de hijas. Es por ello que las Madres Buscadoras no desean ser felicitadas en este día y con justa razón.
Aún hay mucho que reconocerles a las madres, debemos atender sus necesidades y, sobre todo, ser escuchadas. Las Madres Buscadoras buscan ser escuchadas por su Gobierno y ver a sus hijos de vuelta sanos y salvos, algo que cualquier madre desearía.