Prof. Flaviano Jiménez Jiménez
Es muy común escuchar, en los últimos grados de primaria, en secundaria, en preparatoria, incluso en la universidad, que “los alumnos no saben leer”. Ciertamente, este problema existe, pero no se debe generalizar de la forma en que se enuncia. Decir que “los alumnos no saben leer” es decir todo y a la vez nada. Sería mucho mejor identificar las especificidades del problema; por ejemplo, de 35 alumnos de un grupo, distinguir a los que leen con fluidez y comprenden la lectura; y, por otra parte, reconocer a los que leen (mecánicamente), pero sin entender lo leído; así como también caracterizar a los que están en los niveles alfabético, silábico y pre silábico, en la lectura. Agrupar u organizar a los educandos de esta forma es indicio de que se conocen las etapas de la lectura y, por ende, se sabe cómo apoyarlos para que superen deficiencias específicas.
Sin embargo, aun cuando se identifican las deficiencias lectoras en los niveles educativos, no se han podido vencer estos desafíos; porque se piensa que los indicados para implementar acciones de mejoramiento, en la lectura, son los docentes de otros niveles: los de educación media superior y superior creen que los responsables son los de educación básica y los docentes de secundaria responsabilizan a los de primaria; en consecuencia, la problemática sigue ahí, casi intocado. No es justo que cuando los educandos llegan a las escuelas con carencias lectoras, éstas se ignoren y se deje solos a los estudiantes para que resuelvan sus dificultades. Ya son alumnos de las escuelas y es deber de los profesionales de la educación, de todos los niveles educativos, hacer lo necesario para que mejoren su lectura. Felizmente, hay docentes que están haciendo esfuerzos extraordinarios para que sus educandos desarrollen y eleven, de manera importante, su lectura; pero son casos excepcionales; la mayoría sigue esperando que alguien haga la tarea.
Ahora bien, con el objeto de evitar que este problema se siga generando y crezca, es necesario reflexionar, ¿en qué edad de los niños, en qué espacio y en qué grado escolar se inicia la lectura?, ¿qué factores o causas impiden una buena lectura?, ¿hay formas para superar los factores negativos? Para empezar, se debe reconocer que, históricamente, se tiene la idea de que niñas y niños deben iniciar con el aprendizaje de la lectura a los seis años de edad y en el primer grado de primaria (hubo tiempos en que la lectura iniciaba a los siete años de edad). Preescolar de las escuelas públicas prepara física, mental y socialmente a niñas y niños para que al ingresar a la primaria puedan aprender a leer y a escribir. En cambio el preescolar privado tiene como propósito, con base en estudios e investigaciones, que niñas y niños, de este nivel, deben egresar sabiendo leer y escribir; de manera que al ingresar a la primaria ya saben leer y escribir. En primaria continúa el mejoramiento de la lectura. Por lo anterior, queda en la mesa de las autoridades educativas estudiar y analizar esta situación y tomar las mejores decisiones.
En el caso específico del primer grado de primaria, sería recomendable observar y valorar ¿qué método y técnicas se están empleando para promover la lectura y la escritura? Si se está aplicando algún método, ¿por qué éste no está dando los resultados esperados?, ¿qué factores lo obstaculizan?; pero si no se aplica ningún método y ninguna técnica, entonces se podría inferir, en gran medida, que ahí está el problema; sin desconocer que el contexto escolar y familiar también inciden en la problemática. Queda, pues, en manos de la Dirección de Educación Básica del Instituto y de los Departamentos de Educación Primaria y Preescolar, dar luz sobre el particular.