
Si les damos todo, los hacemos irresponsables
Hay que enseñarles a los hijos que el trabajo dignifica, en vez de resolverles todos y cumplirles hasta el último capricho; el sacerdote Carlos Alvarado Quezada advirtió que dejarlos que se rijan por la ley del menor esfuerzo, se corre el riesgo de condenarlos al fracaso, ya que no podrán valerse por sí mismos cuando los papás falten o cuando, por alguna razón, bajen de nivel económico.
Hay que darles a los hijos lo necesario para que estudien, para que puedan hacer una carrera, pero no consecuentarlos en todo porque pueden hacerse irresponsables o inútiles; los jóvenes deben desarrollar su potencial, hay que estimular su creatividad, en vez de amodorrar su ingenio, su habilidad, encausarlos por el buen camino.
Deben conocer la realidad que se vive en la periferia, en los hospitales, en los asilos, para que vayan creando conciencia de hacerse responsable y solidarizarse con el que menos tiene.
Los papás deben darse tiempo, disponer de un fin de semana, para llevar a sus hijos a los sectores más vulnerables, y se den cuenta de lo afortunados que son al contar con las comodidades del hogar y la oportunidad de asistir a una buena escuela, mientras miles de personas, no saben si al día siguiente se llevarán algo al estómago.
Refirió san José Obrero, simboliza el valor que la Iglesia ha dado siempre a la actividad laboral como parte fundamental del desarrollo humano integral.
El trabajo es visto como una opción necesaria para el desarrollo de la persona, como una forma de servir al prójimo, como un medio para colaborar en las actividades económicas generando riqueza y como una manera de ganar el pan de cada día. El trabajo, ya sea manual o intelectual, dignifica a las personas y las pone en condiciones de contribuir al bien común; por ello debe realizarse en las mejores condiciones posibles para que favorezca a los trabajadores que lo ejecutan.
Es fundamental que se promuevan condiciones laborales que dignifiquen a los trabajadores y respeten sus derechos laborales, de manera que ellos puedan contribuir de buena manera al bienestar social, al mismo tiempo que procuran el bien de las empresas.
El presbítero advirtió que cuando hay desempleo y subempleo, aumenta la descomposición social como factor de la violencia e inseguridad que padecemos, de ahí que todos, sociedad y gobierno, debemos generar oportunidades de ocupación y con ello, contribuir a la tranquilidad y paz que todos anhelamos.