
La sequía continúa aumentando en Aguascalientes, por lo que se estima que entre el 80 y el 90% del territorio se encuentra en un nivel moderado, y la parte colindante con Zacatecas experimenta una situación severa. Sin embargo, según Luis Gabriel Valdivia Martínez, director de la Comisión Nacional del Agua en la entidad, hay esperanzas de que la situación mejore a partir de la segunda quincena de mayo, cuando se presenten las primeras lluvias.
El funcionario federal reconoció que hay una falta de actualización en el monitor de sequía, cuya última lectura data del 31 de marzo pasado. Explicó que ello se debe a un problema de seguridad informática que afectó a los sistemas de la dependencia a nivel nacional.
No obstante, dijo que, de acuerdo con los pronósticos de la Conagua, para la segunda quincena de mayo se esperan las primeras lluvias en Aguascalientes, las cuales se regularizarán en el transcurso de junio y de manera más copiosa en julio hasta octubre. Este es el periodo en el que se concentra la mayor cantidad de precipitación en el estado y el país.
En cuanto a las presas en Aguascalientes, reconoció que se observa un descenso en los niveles de agua, lo cual es normal debido al uso de las reservas para el riego agrícola. Indicó que la Plutarco Elías Calles tiene un almacenamiento de 94.47 millones de metros cúbicos, lo que representa un 26.4% de su capacidad y dicho volumen garantiza el riego para todo el ciclo. El Jocoqui está con un nivel del 94%; la de Potrerillos tiene un 60.3%; y El Niágara tiene 15.5 millones de metros cúbicos y está al 97% de su capacidad. De las que están con niveles bajos, se encuentra la Media Luna con un volumen de 3.6 millones de metros cúbicos y está a un 24% de su capacidad. La Codorniz también está al 24% con un almacenamiento de 1.3 millones de metros cúbicos.
A pesar de lo anterior, dijo que las perspectivas indican que el fenómeno de El Niño comienza a formarse, lo cual podría generar lluvias abundantes hacia finales del año, dado que hay un incremento de las temperaturas en el Ecuador y el consecuente cambio en las corrientes de agua podría intensificar los vientos y promover la llegada de precipitaciones.