Por Daniel Amézquita

Nuestras niñas y niños son la esperanza para una sociedad próspera. No podemos ser ajenos a su educación cultural y académica, tenemos que ser enfáticos en estimular su imaginación y su creatividad; su libertad como ciudadanos, como seres que independientemente de su edad, representan los fundamentos de nuestra sociedad.
En las niñas y los niños existe la inocencia y la pureza de pensamiento, son un lienzo y pintamos los colores de la sociedad que buscamos, y ellos le otorgan su esencia. Todos tenemos la responsabilidad de vigilar que su desarrollo sea integral y armonioso.
Debemos ser el megáfono de su voz, que pide y exige con justicia sus derechos, equidad; no basta respetarnos todas y todos, adultos, se debe incluir a la infancia.
Nuestras niñas y niños merecen la vigilancia en sus derechos inherentes como humanos, tema que nos debe ocupar siempre. Durante la historia nuestras niñas y niños han sufrido una sociedad que no comprende la importancia de su rol social.
Son las niñas y los niños capaces de conocer mundos inexplorados por nuestra ocupada agenda de razonamientos, en su lenguaje existe una felicidad por la simpleza de la vida que deberíamos rescatar. Convivir felices es una meta que nos planteamos y que se construye en diversas columnas. Una de ellas es la confianza en los demás, eso es vivir feliz, y las niñas y los niños saben cómo hacerlo.
Es por eso que hoy, en la sociedad que buscamos, no caben actos violentos de ningún tipo en ningún ámbito, ya sea adultos o infantes, debemos abonar a la cultura no violenta. Nuestras niñas y niños son un reflejo, son como la cera blanda que se moldea al entorno en el que viven; ellos comprenden el mundo como nosotros les transmitimos porque somos sus maestros, sus compañeros en la vida. Aquí es donde debemos esmerarnos en que desde pequeños defiendan junto a nosotros sus derechos, su derecho a convivir en armonía y a realizarse.
No viviremos tanto para observar la consolidación de los retos que nos hemos propuesto hoy, pero podemos ser quienes abonen y dejen el mundo con la certeza de que nuestras generaciones venideras mantendrán perpetuo el trabajo por una sociedad armoniosa, respetuosa de los derechos de las niñas y los niños, equitativo y feliz.