Hace algunas semanas el fallo del Tribunal fue para atrás en cuanto a no poner énfasis en lo que trata a todo lo que está ocurriendo en los diferentes frentes políticos en lo referente a los actos de simulación, principalmente entre los aspirantes morenistas a la presidencia morenista. El Tribunal le ha otorgado “manga ancha” a las corcholatas, es decir, finalmente y en los hechos la ley pues no siempre es la ley. No se puede evitar la simulación. Hubiera sido mejor que hubiera habido un cumplimiento estricto de lo que ordena la ley, que entre paréntesis es obsoleta, pero es la ley, y una vez que esa ley, que tiene maneje ambigüedades y tiene vacíos, resulta que es la segunda mejor opción, pero depende de que el INE pueda establecer con claridad cuáles son esos límites, cuáles son las modalidades bajo las cuales se pueden hacer estos actos de promoción, o estos actos para ser elegido ya sea coordinador de la transformación o bien ser elegidos coordinadores del Frente Amplio por México, ese es el tema, qué se puede hacer, qué no se puede hacer, si pueden poner o no poner espectaculares. Desde nuestro punto de vista lo más adecuado sería que se restringieran los eventos públicos de campaña y que se circunscribieran todas estas actividades de los partidos a una acción interna de diálogos, de debates, de promoción interna con militantes, con simpatizantes, pero no campañas abiertas como lo están haciendo, pues creemos que eso podría limitar la simulación y poner una suerte de contención a lo que ha estado ocurriendo.

De acuerdo a lo anterior, la decisión finalmente del Tribunal creemos que debió haber sido en sentido contrario. La propuesta que tenía la Magistrada Dra. Janine Madeline Otálora, que era revocar los procesos que están llevando a cabo los partidos, era lo más apegado a la ley. Era lo más estricto conforme a lo que dice la Legislación. Pero también entendemos que era la postura del presidente del Tribunal de que había una ambivalencia, de que también había un margen de los partidos para organizarse internamente; de que también había una realidad que se está imponiendo. Entonces esa era la segunda mejor opción, pero dependía de que el INE pudiera establecer claridad, restricciones que fueran ejecutables y observables. Y sobre todo sumar lo que se estaba gastando para que fuera fiscalizable y para que eventualmente fuera parte de los ejercicios de fiscalización del Instituto Nacional Electoral.

A partir de este momento y hasta celebrarse la elección, el primer domingo de junio, del año 2024, es el año que vamos a estar viviendo el peligro político. Sobre todo, porque estaremos en el escenario de un riesgo creciente, porque tenemos a un jefe de Estado que no está cumpliendo las reglas. El presidente de la República debería ser el primer interesado en mantener un clima de cordialidad, de contención y de prudencia. No lo está haciendo y está encontrando cualquier cantidad resquicio para saltarse la normatividad. Desafía a la autoridad, inventa y desafía a los contrincantes y este es un tema muy grave porque significa que el presidente no está dispuesto a acatar un resultado que le sea adverso. López Obrador NUNCA ha acatado un resultado adverso, pero es diferente clamar fraude como candidato opositor, que clamar fraude en caso de que pierda como presidente de la República. Hasta el día de hoy sigue siendo más probable que Morena gane la presidencia por supuesto, pero las cosas han cambiado mucho en las últimas tres semanas y lo que apuntan los estudios de opinión y lo que uno ve en la realidad política es que es probable que la elección se vuelva competida. Y si la elección se torna competida en los próximos meses, vemos que el presidente se va a entrometer -sí, todavía más- y se va a entrometer a diferencia de Fox que fue un presidente imprudente en su momento y que opinaba y decía y que llevó a López Obrador a decirle: “¡Cállate, chachalaca!”, pero el presidente Fox pasó de opiniones vagas y genéricas. Ahora López Obrador ya violó el secreto fiscal a nueve meses de la elección. ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar López Obrador con tal de descarrilar a un contendiente que ve como un riesgo? Ese es el mayor problema. Una democracia significa que cualquiera puede ganar y que si gana toma el poder. Pero cuando tienen temor de que si uno gana no va a tomar el poder porque lo van a bloquear, eso es un gran riesgo en los próximos meses pues López Obrador, sin duda, es un enorme peligro para la democracia en nuestro país.