Arturo Javier Reyes Barba
Durante la mayor parte del siglo XVII el violonchelo estaba destinado a desempeñar un papel de acompañamiento realizando la llamada parte del bajo-continuo o melodía de registro grave en la música vocal o instrumental. En las últimas décadas de ese siglo XVII se comenzó a transformar esta función de acompañamiento para realizar papeles protagonistas. Estas primeras composiciones las encontramos en Italia con los Ricercari de Domenico Gabrielli (1659-1690) y Giovanni Battista degli Antoni (1660-1697). Con base en esta información, Bach no fue el primer compositor en escribir una obra para ser ejecutada a un violonchelo solo, pero sí en crear una de las obras más importantes hasta hoy escritas para este instrumento.
No se conoce la fecha exacta de cuando fueron compuestas las seis suites para violonchelo solo, no existe manuscrito autobiográfico sino varias copias atribuidas a Anna Magdalena (segunda esposa de Johan Sebastian), Johann Peter Kellner (organista y amigo de Bach) y Westphall. La copia de Anna Magdalena contiene algunos errores de notas, la de Kellner realizada en 1726 es más exacta aunque faltan algunas danzas. De cualquier manera, Anna Magdalena da indicaciones de fraseo melódico muy valiosas. La primera edición impresa de estas suites data de 1825, de la casa editora Probst de Viena con el título de “Seis sonatas o estudios para violonchelo solo”. Se cree que fue en “Cöthem”, corte calvinista que por culto religioso, la música eclesiástica se ejecutaba poco o casi nada. Fue en esta etapa composicional entre 1717 y 1723 en donde Bach abandonó temporalmente el órgano para enfocarse a la composición de la música instrumental de cámara. Entre las obras más importantes compuestas en este período destacan: Los veinticuatro preludios y fugas del clave bien temperado, los seis conciertos de Brandemburgo, Las seis suites Inglesas y las seis suites Francesas para clave, las tres sonatas y tres partitas para violín solo, las tres sonatas para viola da gamba y clave y desde luego las seis suites para violonchelo solo. Es lógico pensar que Bach compusiera esta obra para los dos violonchelistas de la orquesta de Cöthem: Bernard Linigke y Karl Ferdinand Abel, este último también gambista. Linigke fue sin duda el primer intérprete.
Nos queda claro que con la composición de las suites para chelo, Bach no únicamente buscó un propósito puramente musical sino también uno pedagógico, como es el caso de las invenciones y la primera parte del clave bien temperado. Es posible que el carácter didáctico de las suites obedeciera al deseo del propio Bach en ir explorando y descubriendo el potencial idiomático del chelo musicalmente hablando.
La palabra suite proviene del francés que significa sucesión, secuencia. Las suites para violonchelo responden a la forma musical de suite de danzas y su ordenamiento en cada una de ellas es el siguiente: Preludio, alemanda, corranda, zarabanda, un par de danzas galantes que consisten en dos minuet I y II, dos gavotas en las suites V y VI, finalmente una giga. Los preludios son movimientos de apertura de una estructura de mayor libertad que determinan el carácter de cada una de las suites, muestra de las grandes improvisaciones en las que Bach no tenía igual.
De esta manera invito a nuestros apreciados lectores a comenzar a escuchar o en el caso de que algunos ya lo hayan hecho, a seguir escuchando estas extraordinarias “Suites para Violonchelo solo BWV (1007-1012)”, así registradas por catalogación. Las podemos encontrar fácilmente en YouTube, en versiones de grandes violonchelistas como Pablo Casals, quien realizó una de las primeras ejecuciones en público además de la primera grabación integral de esta obra en la primera mitad del siglo XX. De igual manera, encontraremos versiones de los violonchelistas: Maurice Gendrom, Paul Tortelier, Pierre Fournier, Mstislav Rostropóvich, Misha Maisky, Steven Isserlis, Carlos Prieto (violonchelista mexicano), y desde luego Yo-yo Ma, asimismo, existen versiones históricamente informadas como la de los violonchelistas: Anner Bylsma, Peter Wispelwey y Lucia Swarts (discípula de A. Bylsma), por mencionar algunas. Hasta una próxima vez y mil gracias.
Fuentes de consulta:
-PRIETO, Carlos. “LAS AVENTURAS DE UN VIOLONCHELO. Historias y memorias”. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Fondo de Cultura Económica. 1998.
-CORREDOR, Josep M. “CASALS”. Biblioteca Salvat de Grandes Biografías. Salvat Editores, S.A. Barcelona, 1985.
-FORKEL, J. N. “JUAN SEBASTIAN BACH”. Breviarios, Fondo de Cultura Económica. 1950.