Víctor Hugo Granados Zapata
Uno de problemas más frecuentes en el sector educativo es el uso de las instituciones para la promoción personal de sus titulares. Al ser una de las áreas prioritarias en la agenda pública, las secretarías de Educación suelen ser el foco de diversos agentes políticos, tanto por el presupuesto que se les asigna, como la apertura mediática que les pueden dar (es decir, servir de preludio para precampañas). Sin embargo, este fenómeno deja a su paso efectos negativos ya que las políticas públicas o programas tienen como propósito el fomentar la imagen de los funcionarios y no buscan atender lo esencial. Ningún partido político está exento de esta mala práctica gubernamental, diferentes administraciones (de diferentes colores) han utilizado al sector educativo como plataforma política, ignorando las necesidades básicas y elementales para garantizar una educación de calidad para todas y todos los mexicanos.
El ejemplo más reciente, y evidente, es la carrera política de Delfina Gómez. Su designación en 2021 buscaba la “reivindicación” del magisterio en el Gobierno Federal, siendo la primera maestra secretaria de Educación Pública. Muchos cuestionamos esta decisión, no por su perfil docente, sino por su trayectoria política previa al haber tenido casos documentados de corrupción durante su gestión como presidenta municipal en Texcoco, Edomex (el famoso caso de los diezmos) y su derrota en las elecciones por el gobierno del Estado de México. Hubo algunos críticos que, dejándose llevar por lo discursos y las buenas intenciones, le daban el beneficio de la duda, aseguraban que su compromiso por el sector educativo podría reflejarse en su gestión, pero sucedió totalmente lo contrario. Actualmente es nuevamente “precandidata” por el Edomex (con la bendición del presidente López Obrador), sin embargo su gestión al frente de la SEP fue gris (por no decir invisible). No implementó ni un solo cambio durante su encargo, su papel fue gestionar la política educativa sin cambiar ni una sola coma a las instrucciones presidenciales.
Lo anterior es preocupante porque, como referí al inicio de este texto, la maestra está promocionando sus “logros” durante su administración como secretaria de Educación Pública para su campaña. Desde sus cuentas de redes sociales, se pone una medalla por haber basificado a más de 650 mil docentes, usando el lema de la 4T “hechos no palabras”. Pero lo que omite (a conveniencia) es no haber implementado un solo programa o estrategia para combatir el rezago educativo o abandono escolar de manera efectiva, no realizó una sola evaluación diagnóstica sobre el impacto de la educación a distancia, no exigió un aumento al presupuesto de la SEP durante el tiempo que estuvo y si lo anterior no fuese suficientemente grave, tampoco apoyó al sector magisterial (de 2020 hasta la fecha, el presupuesto asignado para capacitación docente ha disminuido casi en su totalidad). Si realmente quisiera hablar de hechos, debería comenzar por esto y no presumir lo que le genera mayor rentabilidad electoral.
En Aguascalientes hemos tenido múltiples casos como el de la maestra Delfina Gómez. Desde el Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA), muchos ex funcionarios y políticos han trazado su “camino a la campaña”, buscando ascender a cargos de elección popular a costa de implementar programas necesarios para mejorar el sector educativo local. Con la llegada de la nueva administración, la gobernadora Tere Jiménez impulsó a Lorena Martínez como titular del IEA, hubo muchas críticas sobre esta decisión debido al contexto político previo por el que transitó la actual directora del Instituto al haberse desempeñado como presidenta municipal y delegada federal. Los próximos años serán la prueba de fuego para ver si se trata de una gestión realmente comprometida con el sector educativo o si sólo se trata de otro caso más de promoción personal. Esperemos que no sigan el ejemplo de la 4T y, al igual que la maestra Delfina Gómez, busquen promocionar lo que les funcione y es rentable, mientras el sistema educativo a nivel estatal está sobre la cuerda floja.