Con los mejores deseos para todos en este año que ha comenzado; resulta importante abordar el año analizando algunas de las consecuencias que se han evidenciado en tan sólo un par de semanas y a raíz del anuncio de la famosa alianza “Va por México” que contenderá durante las próximas elecciones para gobernador en ciertos Estados.

En virtud de lo anterior, cobra relevancia lo acontecido en Hidalgo durante los últimos días, ya que parece ser que el Revolucionario Institucional se quiere encargar de sepultar sus últimas fortalezas y con ello, sus posibilidades de resurgir a corto plazo. Resulta ser, que al parecer el PRI entregó al PAN las candidaturas a las gubernaturas de Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas, lo que provocó una serie de declaraciones y enfrentamientos a través de redes sociales entre el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, y el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno.

Por una parte, el mandatario hidalguense acusó al presidente tricolor de negociar que sea Acción Nacional quien defina la candidatura a la gubernatura de Hidalgo en una sesión a la que supuestamente no fue convocado por la Comisión Política Permanente; mientras que por el otro lado, Alejandro Moreno acusó a Fayad de haberse “entregado de rodillas” al gobierno de MORENA y dando a entender que inclusive había negociado algún puesto como embajador.

Lo anterior, pone en evidencia el descontrol que vive dicho instituto político y lo absurdo que puede llegar a resultar una alianza en la que definitivamente jamás se ha puesto a la ciudadanía o a la oposición como prioridad, sino a los intereses personales de diversos dirigentes.

Se especula que, en relación a la candidatura de Hidalgo, el Partido Acción Nacional postulará inexplicablemente a la actual secretaria general del PRI (Carolina Viggiano); sin embargo, hay quien también especula que la decisión de entregar al PAN las candidaturas de Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas tiene el objetivo de que ese partido acepte a Alejandro Moreno como candidato presidencial en 2024, lo cual tampoco resultaría un verdadero candidato de oposición.

Frente a todo esto, no me queda más que concluir que dejar la candidatura en manos de Marko Cortés o del propio Alejandro Moreno no parece dibujar pinceladas de esa tan necesaria oposición y quizá debería la ciudadanía de comenzar a exigirles a estos dos partidos desde el año 2022 que mejor se dediquen a fortalecer a un perfil ciudadano en común que pueda representar dignamente a la tan anhelada oposición mexicana. Dejo las especulaciones en el tintero de su imaginación, agradezco el favor de su lectura y les deseo a todos un excelente fin de semana.

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