Por María del Consuelo Medina de la Torre
En memoria del Padre Miguel B. Medina Fernández
Los registros parroquiales empezaron a tener relevancia en el siglo XVI debido a que el Concilio de Trento (1545-1563) determinó que se recogiera la información de los feligreses: bautizos, matrimonios, confirmaciones, informaciones matrimoniales, defunciones y toda demás información civil.
La misma regla estuvo presente en las colonias españolas en América, por lo que en la villa de Aguascalientes fundada en 1575 no fue la excepción, aunque los primeros registros parroquiales datan de principios del siglo XVII.
La Diócesis de Aguascalientes resguarda este rico volumen documental el cual se encuentran en muy buenas condiciones para su consulta, por lo que es una valiosa fuente que ha permitido reconstruir parte de la historia de nuestro estado y región, sobre todo de la época colonial.
La información que guardan estos registros no solo tiene interés religioso, sino también histórico y civil porque atesoran gran parte de la memoria de una localidad al paso de los años.
Los sencillos datos de un registro bautismal como nombre del bautizado, fecha completa del bautismo, el grupo racial, el nombre de los padres, abuelos y padrinos con su respectiva procedencia y ocupación arrojan información para saber el índice de natalidad, natalidad legítima, composición de las familias, tendencias de crecimiento o disminución de nacimientos ligadas al nivel material de la vida, higiene y salubridad. Desde luego estos registros son base para la reconstrucción de árboles genealógicos, además de dar a conocer el nivel de alfabetización, porque padres y padrinos suelen firmar, si no, se hace la aclaración correspondiente.
La nupcialidad, la edad y origen de los contrayentes, emigración, endogamia y exogamia, así como el celibato tanto masculino como femenino se pueden reconstruir a través de los registros matrimoniales con los siguientes datos: la fecha de la celebración del matrimonio, nombre, edad, procedencia, grupo racial, consentimiento para el matrimonio, nombre de padres, padrinos y testigos, a veces grado de parentesco (con su correspondiente dispensa). Cabe resaltar que antes de que se llevase a cabo el matrimonio se llevaba una investigación exhaustiva para comprobar procedencia, solvencia económica de los contrayentes, asegurar que no habría suplantación de identidad, evitar bigamia, entre otras cosas, toda esta información se registraba en los libros de informaciones matrimoniales
Los registros de entierros donde se da a conocer desde luego el nombre del fallecido, grupo racial, la fecha del deceso, si dejó alguna fundación piadosa a favor de su alma, el lugar de la sepultura, nombre de los padres, cónyuge e hijos, la causa de la muerte, si hizo testamento con cláusulas a favor de la Iglesia y si recibió los últimos sacramentos arrojan importante información, como el índice de mortalidad por edades, causas: enfermedades, epidemias, catástrofes naturales como sequías, inundaciones, hambrunas, y salubridad.
Los libros de Gobierno o de Fábrica son una fuente documental muy valiosa para reconstruir la historia de los templos porque en ellos se apuntan los gastos de la construcción del edificio, el tiempo en que se fue edificando, el patrimonio artístico, que incluye decoración, cuadros alusivos, mobiliario, ornamentos sacerdotales, etc. También las mejoras y reparaciones, los ingresos para su conservación, ya sea por patronos, rentas, diezmos, donativos, etc.
Por último, los informes de las visitas de Obispo, donde se reporta la situación en que encontró la parroquia: Número de bautizados, los que comulgan, confirmados, matrimonios y el estado material de la parroquia. Con estas referencias se puede reconstruir un censo poblacional de la parroquia con la edad promedio de sus habitantes, composición de género y situación económica en la que se encuentra la población.
Con las leyes civiles del siglo XIX, los registros parroquiales dejaron de tener valor legal, pero siguen presentes y se han convertido en una historia de vida particular y colectiva de las poblaciones, por los registros de nacimientos, confirmaciones, matrimonios, informaciones matrimoniales, defunciones, visitas de obispos que describían las situaciones religiosas, sociales, civiles, materiales y a veces hasta políticas de las parroquias visitadas.
En Aguascalientes se tiene la fortuna que los libros parroquiales están muy bien conservados y resguardados en el archivo de la Diócesis, situado en la catedral, esperando que como el patrimonio histórico que son se preserven muchos años más y sea más accesible su consulta con las debidas reglas para que la información de este rico tesoro se difunda y se conozca la historia de nuestro Estado