María del Consuelo Medina de la Torre
El levantamiento armado que inició el 20 de noviembre de 1910 y que se denomina históricamente Revolución Mexicana tuvo diferentes momentos con sus respectivos personajes, si bien la lucha encabezada por Francisco I. Madero, que en un principio fue para terminar con el gobierno de Porfirio Díaz, a pesar de la renuncia y exilio de éste en mayo de 1911, el conflicto se alargó, ya que, siendo Francisco I. Madero presidente constitucional de México, hubo una contra revolución liderada por militares simpatizantes al régimen porfirista que con su triunfo no sólo obligaron a renunciar al presidente Madero, sino que el 22 de febrero de 1913 lo mataron junto al vicepresidente José María Pino Suárez e impusieron como presidente de México a un usurpador: Victoriano Huerta, el cual fue obligado a renunciar el 15 de julio de 1914 al ser derrotado por el ejército constitucionalista liderado por Venustiano Carranza después de cruentas batallas, pero la paz no llegó a México, porque entre las mismas facciones revolucionarias que derrotaron a Huerta surgieron diferencias irreconciliables, dando lugar a otra etapa de lucha.
Después, en un intento de conciliar las diferencias entre los jefes revolucionarios constitucionalistas, villistas y zapatistas, para formar un gobierno provisional para convocar a un congreso constituyente que regresara a México a ser un país de leyes, Venustiano Carranza convocó a una convención revolucionaria en octubre de 1914, que no cumplió con su principal objetivo porque los enfrentamientos continuaron. Villa fue derrotado por los constitucionalistas en abril de 1915. Finalmente, el congreso constituyente de Querétaro emitió el 5 de febrero de 1917 una nueva Constitución, la paz no llegó de inmediato, pero se asentaron las bases para iniciar una nueva etapa de estabilidad, de un México Moderno.
Este viento revolucionario que barrió a México, como diría Anita Brenner, tuvo diferente impacto en los diversos estados y regiones de la República Mexicana, algunos fueron escenarios de batallas memorables como Durango y Zacatecas, otros de decisiones importantes como la capital o de consensos constitucionales históricos como la ciudad de Querétaro, pero de todo México padeció de alguna u otra manera este “viento que llegó del norte”.
Por lo que toca a Aguascalientes, su ubicación geográfica, su excelente comunicación ferroviaria y su aparente neutralidad al no estar identificada marcadamente con alguna de las facciones revolucionarias enfrentadas, se designó su capital como sede de los trabajos de la Gran convención de jefes militares con mando de fuerzas y gobernantes de los Estados convocada por el jefe constitucionalista Venustiano Carranza y que se llevó a cabo del 10 de octubre al 9 de noviembre de 1914.
La Convención revolucionaria trastocó la vida de los aguascalentenses, las medidas de seguridad fueron extremas, la estación ferroviaria tuvo una intensa actividad de ir y venir de trenes que transportaban a los militares, las calles de los alrededores del teatro Morelos se llenaban de curiosos que querían ver a los jefes revolucionarios de cerca, sobre todo a Pancho Villa.
Al no contar con suficientes espacios para alojar a los asistentes, algunas familias cedieron sus casas para hospedar a los jefes revolucionarios que en algunos casos abusaron de la hospitalidad y buena fe, como es el caso que padeció el Dr. Zacarías Topete, ya que su casa fue saqueada por el mismo jefe militar que él tan amablemente albergó durante los trabajos de la convención.
No faltó la queja ante las autoridades municipales por parte de los residentes aledaños al jardín de San Marcos porque las soldaderas que acompañaban a los convencionistas estaban cortando los árboles de dicho jardín para obtener leña y cocinar los alimentos para sus revolucionarios, no se sabe qué medidas tomó al respecto la autoridad, pero de seguro con hambre no se quedaron porque obligaron a algunos aguascalentenses a cooperar “voluntariamente” con “dinero, animalitos y grano”.
Mientras tanto, en el teatro Morelos se discutieron reformas económicas, políticas y sociales, y se nombró a un presidente provisional, Eulalio Gutiérrez. No faltaron incidentes sentimentales como cuando Pancho Villa tomó la palabra y, al decir su discurso a favor de México, su emoción fue tanta que soltó algunas lágrimas.
También hubo momentos tensos cuando el representante zapatista Antonio Díaz Soto y Gama puso a prueba la tolerancia de los asistentes al negarse a firmar la bandera mexicana como símbolo de unidad nacional. En su discurso, señaló que valía más la palabra de honor que la firma en un “trapo”, el incidente estuvo a punto de costarle la vida, ya que cientos de carabinas apuntaron hacia su persona al mismo tiempo, finalmente reinó la cordura y de seguro que el abogado Díaz Soto y Gama nunca olvidó ese 27 de octubre de 1914.
Aunque la Convención fracasó e hizo más hondas las diferencias entre los grupos revolucionarios, se considera la asamblea más representativa de la Revolución donde se hizo por primera vez un ejercicio democrático, sus asistentes formaron los futuros grupos de poder que decidieron el destino de México posrevolucionario y algunas de sus propuestas fueron retomadas en la Constitución de 1917.
Después de la Convención, la Revolución siguió su curso y otro acontecimiento del cual Aguascalientes fue escenario en abril de 1915 fue el final de las “batallas de Celaya”, que tuvo lugar en terrenos de la hacienda de Peñuelas, donde la derrota del ejército villista por parte de los constitucionalistas marcó la decadencia del mismo Villa y sus Dorados. Cabe mencionar que antes de este fracaso, el 7 de marzo de 1915, el mismo Pancho Villa envió un comunicado al encargado de la autoridad aguascalentense de entonces, Jesús H. Alva, para que “confisque y reparta al pueblo 8 haciendas”, todas pertenecientes al vecino estado de Jalisco y cercanas a Aguascalientes como Ciénega, Betulia, El Puesto, San Cristóbal y La Troje (el documento se encuentra en el Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes en el Fondo Incorporados, Adquisiciones y Donaciones, Caja 4 expediente 10) desde luego que la orden no se cumplió de inmediato.
Los enfrentamientos armados fueron disminuyendo, lo que hizo propicia la promulgación de una nueva Constitución el 5 de febrero de 1917, la cual hizo ley las principales demandas sociales, laborales, agrarias y políticas de los revolucionarios sin importar su filiación. Si bien la paz no llegó de inmediato, fue la base para un nuevo México, mientras tanto muchas anécdotas, vivencias y testimonios documentales y orales siguen contando y reinterpretando esta parte inolvidable de la historia del México del siglo XX.