Por Daniel Amézquita
Se habla de una revolución inacabada, aunque este término tiene muchas aristas, los motivos que dieron lugar a la Revolución Mexicana fueron tanto sociales como políticos, el orbe entero en ese entonces estaba convulso y en muchos países se pugnaba desde diferentes ideologías por transformar la manera de vivir y de entender las distintas formas de convivencia y sus gobiernos. Crisis económicas, desigualdad social, derechos de trabajadores y antiguas disputas geopolíticas que culminaron en confrontaciones bélicas se presentaron durante el periodo comprendido por las primeras décadas del siglo pasado, se estaba cambiando al mundo, pero a un costo altísimo, mujeres y hombres dieron su vida, bajo estas condiciones, para que entráramos a un nuevo periodo de la historia conocido como la modernidad, de la cual somos contemporáneos y que necesitamos revisar para entender nuestra historia.
El nuevo siglo XX se avecinaba promisorio, los avances tecno-científicos auguraban un futuro nunca antes pensado para la humanidad. Aparecían en los caminos de terracería los primeros automóviles, surcaron los aires los prototipos de aviones, Albert Enstein sorprendía al mundo con su «Teoría de la Relatividad», Sigmund Freud publicaba «La interpretación de los sueños». En nuestro vecino del norte se continuaba la expansión por el viejo oeste que le dotaría de una nueva industria y unos años más tarde lo convertirían en potencia mundial; en Europa se consolidaba militar y económicamente el Imperio Alemán, la guerra ruso-japonesa haría lo mismo con Japón. En nuestro país el gobierno de Porfirio Díaz vivía sus momentos de gloria, inauguraba obra pública e infraestructuras para el progreso de México, sin embargo, la injusticia y la esclavitud que se vivía en ciertas regiones y las represiones sangrientas a las huelgas de trabajadores explotados mantenían un clima de malestar en la sociedad mexicana de aquellos tiempos. Llegó el momento de celebrar el centenario de la Independencia de México con pompa y derroche, aunque se gestaban ya en ese momento las confabulaciones y tramas que derrocarían al dictador, acabando así con la era en la que México dio el salto para situarse en el mundo. Estallaba la Revolución Mexicana.
Primeramente, fue un conflicto que se desató para derrocar al dictador Porfirio Díaz, que a pesar del descontento social y su promesa rota de no reelegirse al concluir su mandato, desestabilizó a la oposición. Francisco I. Madero se postuló para las elecciones, pero fue encarcelado y así Díaz se mantuvo nuevamente en el poder. Madero se exilió en los Estados Unidos y desde ahí convocó a los diferentes sectores que estaban en contra de la dictadura para levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910. La Revolución se expandió rápidamente a distintas partes del país logrando que el dictador Porfirio Díaz se exiliara. Posteriormente se convocó a nuevas elecciones en las que Madero resultó triunfador, pero las luchas internas se avivaron cuando las distintas facciones revolucionarias no vieron satisfechas sus demandas. Al poco tiempo, Madero fue asesinado en un golpe de estado organizado por Victoriano Huerta, que fue nombrado luego como presidente. Francisco Villa en el norte, Emiliano Zapata en el sur, Venustiano Carranza en la capital y otros caudillos, volvieron a alzarse en armas, ahora, contra el traidor Huerta.
Se tiene registro de esos años de la incipiente revolución, que Madero fue el primer presidente del mundo en viajar en avión; que durante una exhibición cinematográfica (tecnología muy reciente en ese entonces), en la que se proyectaban imágenes de Carranza, unos soldados villistas dispararon sobre la pantalla; que los ejércitos carrancistas eran considerados saqueadores y por tal motivo se acuñó el verbo «carrancear» sinónimo de robar; que Villa mandó fusilar a un empleado del ferrocarril llamado Catarino Arriola durante la Convención por el mal acomodo de sus convoyes militares, cada 24 de abril se hace un homenaje en el Complejo de la Tres Centurias en Aguascalientes, que fuera en esos años el centro neurológico del ferrocarril en México. Para ese entonces había relaciones inestables entre los Estados Unidos y el gobierno mexicano, comenzaba la Primera Guerra Mundial y Alemania estaba interesada en el petróleo de nuestro país, esta nación apoyaría a Victoriano Huerta entregándole armas y dinero, lo cual no le convenía a los Estados Unidos quienes confiscaron el armamento y asesinaron a Huerta. Venustiano Carranza lideró a las fuerzas revolucionarias, pero como había sucedido antes, las diferentes facciones del conflicto volvieron a enfrentarse.
En Aguascalientes, Carranza convocó a una convención para solventar diferencias entre los involucrados y enfocar el rumbo del país, fue un ejercicio nunca antes visto en México y aunque no se concretaron los puntos, se considera un símbolo de lo que sería la vida política años después. Villa y Zapata se enfrentaron a Carranza y después de largas luchas e intrigas, los caudillos fueron derrotados y asesinados. Una nueva crisis entre los carrancistas daría por resultado la muerte de su líder, en consecuencia, el general Álvaro Obregón fue nombrado presidente aún con rebeliones internas, enseguida Plutarco Elías Calles gobernó al país, pero su posición en contra de la iglesia católica desató un nuevo conflicto, la Guerra Cristera. Ante la nueva situación, Álvaro Obregón decidió postularse nuevamente para el cargo de mandatario y, aunque ganó, fue asesinado por un fanático religioso. Plutarco Elías Calles siguió teniendo el control absoluto del país a pesar de nuevos nombramientos y elecciones, él mismo concluyó la etapa del caudillismo y comenzó lo que llamó: la era de las instituciones, con lo que fundaría el partido que hoy conocemos como Revolucionario Institucional. Se considera a estos hechos, que ahí concluyen, la Revolución Mexicana, pero los historiadores difieren, para muchos el gobierno de Lázaro Cárdenas representa el fin de aquel conflicto al exiliar a Plutarco Elías Calles en 1934.
Las consecuencias de esta sangrienta lucha fueron muchas, el gobierno socialista de Cárdenas influido por las ideologías que sacudían a Europa en esos momentos tuvo que enfrentarse a un país azotado por la guerra, entonces comenzó el periodo de la reconciliación y reconstrucción de México, en esas instancias, las mujeres que participaron o fueron víctimas de la Revolución iniciaron la lucha por exigir sus derechos sociales y políticos (y que continúa). México decidió expropiar sus recursos lo que desencadenó una crisis diplomática con las potencias de ese entonces. Sin lugar a dudas estos hechos fueron los que dieron vida y forma al país que conocemos ahora.
Durante este suceso bélico el mundo siguió girando y se encontraba en un nuevo paradigma, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la conquista del polo sur, el hundimiento del Titanic, el descubrimiento de la penicilina, las crisis económicas, la desobediencia civil de Gandhi, las vanguardias artísticas, la Guerra Civil Española y el ascenso del nazismo en Europa, entre otros muchos acontecimientos que moldeaban a las sociedades y los pensamientos de la época y que evidentemente influyeron en la naciente vida pública del país.
Se le llama revolución inacabada porque algunos de los ideales que originaron la Revolución Mexicana aún continúan buscándose. El entendimiento entre las diferentes maneras de pensar y de existir es un legado que se perseguirá eternamente. Todos fuimos parte de aquella revolución y la mayoría tuvimos alguna historia familiar vinculada a este hecho histórico. No podemos olvidar que fueron alrededor de un millón y medio de fallecidos, innumerables heridos y costosas pérdidas económicas, el conflicto se prolongó por más de 20 años. Es nuestra herencia rememorar y reflexionar este 20 de noviembre sobre nuestro pasado que forjó con guerra y muerte el México actual en el que vivimos, pensemos en qué somos como mexicanos y qué es lo que estamos haciendo para que nunca vuelva ocurrir un conflicto de tales magnitudes, en cambio, participemos en una revolución de las ideas y propósitos en la que los caminos de la paz, la cordialidad, el diálogo y el consenso sean nuestras armas, es más que necesario aprender de la historia antes que de la sangre.