Las adicciones o dependencias a sustancias desde temprana edad son un tema delicado en nuestro país, ya que afectan a miles de jóvenes en toda la república. Según el portal El Economista, «en México en el periodo de la pandemia, el consumo de drogas duras en adolescentes y jóvenes entre 15 y 24 años aumentó un 15%; por otro lado, el consumo de marihuana subió un 17% y el de alcohol un 14%. Al segmentar por grupo etario, se vuelve más alarmante, ya que los adolescentes de entre 15 y 17 años han aumentado más el consumo de drogas duras que los jóvenes adultos» (El Economista, 2023). Es un problema que ya era latente en México y que se agravó debido a la pandemia, por lo que se requiere una intervención más efectiva por parte de las autoridades. ¿Qué se está haciendo para combatir esta problemática? ¿Cuál es el papel de las escuelas?

Debido a la interdependencia de los derechos fundamentales, para garantizar el derecho a la educación también se deben contemplar el derecho a la salud y a la información. En este sentido, se han ejecutado diferentes actividades por parte de las diferentes administraciones, tanto federales como estatales, entre ellas, campañas de concientización dirigidas a un público adolescente. Actualmente, la Secretaría de Educación Pública ha lanzado la «Estrategia en el aula: Prevención de adicciones», la cual contempla materiales bibliográficos y dinámicas para que los docentes expliquen qué son las drogas y cuáles son sus efectos nocivos para la salud. El material se encuentra disponible en el portal de la SEP y es una guía que contempla (de manera sintetizada) una explicación sobre qué son las drogas (clasificándolas por sus efectos y los daños que ocasionan en el desarrollo de los estudiantes), qué es el fentanilo, las metanfetaminas, los «vapeadores» (cigarros electrónicos), la cannabis o marihuana, el tabaco, el alcohol y las benzodiacepinas (desglosando cuáles son sus efectos dañinos en específico y un apartado con mitos y verdades con relación a dichas sustancias). Esta estrategia contempla un contenido técnico muy bien estructurado y con un lenguaje entendible tanto para los docentes que van a emplear dicho material en las aulas como para el público en general.

Asimismo, la gobernadora Tere Jiménez anunció el pasado 18 de abril que Aguascalientes se sumará a dicha campaña de prevención de adicciones, facilitando la coordinación para la aplicación de dicho programa en las diferentes escuelas hidrocálidas. En este sentido, el papel de las escuelas sería convertirse en centros de prevención/formativos en los que se brinde información y se advierta sobre los daños que pueden ocasionar el consumo de dichas sustancias, empleando el apoyo de docentes, directores y autoridades educativas para aterrizar dicho material en las aulas. Hasta este punto, este plan parece contemplar puntos cruciales y que, acompañados con un monitoreo constante, pueden tener efectos positivos en las y los jóvenes de nuestra entidad (garantizando el derecho a la educación, salud e información); sin embargo, hay un punto que no se contempló dentro de esta estrategia y que es fundamental: la estigmatización.

Si bien, la estrategia cuenta con información precisa sobre qué son las drogas y sus efectos, no contempla un apartado sobre los usuarios de dichas sustancias, los cuales pueden ser cualquier persona y, desafortunadamente, se tiene la creencia común de que las personas que consumen drogas son “malas”. También, el consumo de drogas en una etapa adulta y con la información pertinente, es una decisión personal (obviamente, evitando un consumo problemático que es aquel en el que se genera una adicción y conductas autodestructivas) y es parte fundamental del libre desarrollo de la personalidad. Por lo tanto, la prevención también debe evitar la estigmatización y criminalización de usuarios, y explicar que el consumo problemático de drogas es un tema de salud pública. Por ejemplo, si una persona decide (ya siendo mayor de edad) consumir de manera moderada alcohol o tabaco, tomarse una cerveza en el perímetro de la feria durante un fin de semana ¿se le debería categorizar como una persona que requiere intervención o se le debe discriminar? O bien ¿se debe de señalar a un paciente de cáncer como adicto al consumir fentanilo para aliviar sus dolores crónicos? (obviamente, partiendo de escenarios donde sea legal el consumo de dicha sustancia).

Finalmente, si el objetivo es prevenir que las y los alumnos se adentren a las adicciones, también hay que tener claro que una vez que lleguen a crecer, cada una y uno puede decidir si quiere consumir o no alguna sustancia, y no se les debería castigar socialmente por ello. Si queremos combatir las adicciones y el consumo problemático, evitar la estigmatización es crucial, esperemos que las autoridades estatales lo contemplen al momento de ejecutar dicha estrategia en las aulas y no criminalicen/discriminen a la población estudiantil.