RODRIGO ÁVALOS ARIZMENDI

Martín Orozco Sandoval asumió el cargo de gobernador de Aguascalientes el pasado jueves. Con esto de nueva cuenta el Partido Acción Nacional lleva a uno de sus militantes al poder en Aguascalientes. Orozco es el tercer gobernador por ese partido y tomó la estafeta de manos de José Carlos Lozano de la Torre.

El sexenio de Carlos Lozano se caracterizó por tener una visión siempre puesta en la industria japonesa, a quienes dio todas las facilidades para ampliar los horizontes de negocios en la entidad. En su sexenio hubo obras atractivas como la plaza de las jacarandas.

A la toma de protesta del nuevo gobernador Martín Orozco Sandoval no acudió Lozano de la Torre.

En la toma de posesión de Felipe González como gobernador, Otto Granados Roldán estuvo presente e incluso el lugar asignado fue en el escenario. Fue invitado de honor. Cuando Luis Armando Reynoso asumió el cargo estuvo presente el gobernador saliente, Juan José León Rubio. Y el jueves pasado en la toma de posesión de Orozco Sandoval hubo un mundo de invitados: La plana mayor panista. El Arzobispo emérito de Yucatán,  Emilio Berlie. Y en primera fila Felipe González, como debía ser. Martín Orozco lo ubicó entre sus invitados de honor. Incluso en su discurso lo menciono lo mismo que a la señora Cony Ramírez. Con esto daba cerrojazo a los comentarios de hace algunas semanas de algunos panistas que querían la salida de Felipe por el hecho de que su hijo fue candidato a la alcaldía en otro partido. Sin embargo Felipe lo único que hizo fue apoyar moralmente a su hijo, nunca participó en campaña, solo lo acompañó, y de lejitos, el día de su registro. Ese día acudió toda la familia a apoyar moralmente a Felipe Jr. Pero Felipe González señor nunca abandonó las filas blanquiazules y apoyó a Martín en su círculo de influencia.

Hoy Martín Orozco asumió el cargo de gobernador. Y ya dio muestras de cómo será su mandato. Al dar a conocer su gabinete se observaron más caras de la iniciativa privada que del partido que lo postuló. Con eso demuestra que su compromiso es sacar adelante al estado con los mejores hombres en cada especialidad, en cada dependencia. Que no formó su gabinete con cuotas y cuates. Creo que es buen inicio. Obviamente que a muchos que se sentían con los merecimientos para ir a algún cargo, por el simple hecho de haber participado en la campaña, no les parecerá, pero así es esto, primero el estado, luego el estado y después el estado. En política hay un código no escrito. Dicho código sería más extenso que el Código Civil si se pusiera por escrito. Por eso es imprescindible que lo conozca todo político, todo gobernante, porque gracias a sus reglas, los políticos sabrán con facilidad, lo que son ellos y los demás, lo que se espera de cada quién, así como lo que cada uno tiene que hacer en cada momento de su actuación política. El gobernador leal no piensa que el Estado es suyo sino que él es de su Estado, así como el creyente fiel no siente que el Cristo es suyo sino que él es de Cristo.

Martín Orozco toma la estafeta de un estado que está caliente en algunas áreas, pero como dice Filiberto Ramírez, “Así es mejor agarrar los cargos públicos, pues luego se notará más el trabajo que se realice, al enfriarlos solucionando los problemas”. Que así sea o que el Estado se lo demande.

 

Castro uno de los últimos grandes personajes del Siglo XX

Muchos jefes de estado se dieron cita en la Plaza de la Revolución, de La Habana, Cuba, para el homenaje a Fidel Castro. Ahí en el monumento a Martí, en esa plaza que estuvo alguna vez colmada, cuando era otro el motivo, era otro tipo de santificación, cuando ofició una misa el Papa Juan Pablo II. En aquel tiempo asumimos que ese día había comenzado el declive de la dominación absoluta de Fidel en el poder, y haciendo uso de una imagen, si usted quiere un poco literaria, pensé que el Papa había llegado a La Habana para tirar en el Caribe el último ladrillo del Muro de Berlín. Ahí empezó todo. Después vinieron los problemas de salud de Castro, vino su enfermedad tan larga, tan penosa, tan complicada; luego el relevo de Raúl, que había llevado el control político de la seguridad del Estado y del despliegue del ejército, y mantuvo el poder en las mismas manos. El gradualismo de ciertas aperturas fue hasta que llegó el momento que considero el fin de la revolución. Para mí la revolución no se termina con la muerte de Fidel. La revolución se terminó muchísimo tiempo antes, pero el símbolo vivo de la muerte de la revolución cubana fue el día que John Kerry izó la bandera de los Estados Unidos, cerca del monumento a Antonio Maceo, cerca de donde está la oficina de intereses del gobierno americano. A partir de ahí la historia comenzó a ser otra.

La desaparición de Fidel Castro nos deja con la sensación de que por un momento arañamos un trozo vivo de la historia. Castro fue uno de los últimos grandes personajes del Siglo XX. Fundamentalmente en América Fidel fue uno de los que marcaron el siglo; fue alguien que pudo plantarse en una negativa constante el gobierno americano aprovechando el bloqueo, porque eso es algo que no se ve así, él aprovecho el bloqueo para justificar cualquier cosa, cualquier atropello a los derechos humanos, cualquier restricción de la libertad. Todo era: “Vivimos en un país acosado por el imperio más grande de la humanidad, y tenemos que cuidarnos”. Ese fue el gran escudo. Y el escudo se lo dieron sus enemigos, no lo fabricó él. Fue un hombre de grandes habilidades, de cuya personalidad y trayectoria, no sé si herencia, legado, ejemplo o lo que sea, se va a hablar durante mucho tiempo. Y ahora sobre todo se va a hablar más tiempo de Fidel que de los cubanos de Miami que votaron por la futura dictadura de Donald Trump. Esa es la manera como se juegan los puntos opuestos en la política internacional.