Margarita Estela Esparza Valdivia
Supongo fue inicialmente una niña triste y tímida, pues aparte de que le tenía mucho miedo a las regañadas, contaba que la criticaban porque era pecosa.
Y así creció, blanca y pecosa, con el cabello castaño claro con tintes rojizos. Estudió en el Colegio de la Paz de la ciudad de Aguascalientes, con las religiosas fundadas por la madre Julia Navarrete, actualmente en proceso de canonización y tan estimada y respetada que la callaron, la regañaron y la castigaron por haber señalado una vez siendo niña, al ver un letrero que la madre Julia había escrito en
el pizarrón de su clase: “¡Ah!, la madre Julia escribió mal ‘equis’ palabra”.[1]
Así siguió toda su vida, amable, atenta, sonriente, muy religiosa[2], activa, honesta y honrada, tímida, excesivamente servicial, muy atinada al calificar a las personas, inclinada como su madre y abuela a defender de todo a los hijos varones y a los que consideraban pobres, los cuales abusaron grandemente de su generosidad (muchas veces hubo buenos pleitos por esa actitud); tierna con los animales, buena cocinera, detallista sorprendente, buena para la historia, investigando siempre ¡cómo México había perdido más de la mitad de su territorio y cómo lo había perdido![3]
No perdonaba el hecho, al grado de que en la película “Lo que el Viento se Llevó” afirmaba que “esa guerra nos había salvado de perder más territorio”. También en las películas de vaqueros reprobaba las matanzas indias de comanches, navajos, apaches y hasta pieles rojas diciendo siempre: “nuestros indios”. Afirmaba siempre que los llamados migrantes de Estados Unidos no eran migrantes, si trabajaban en territorios debajo de Wyoming y al oeste de Luisiana, sino “mexicanos que efectivamente iban al otro lado, del país que les pertenecía”; se emocionaba siempre que encontraba algo que podía anular el tratado; reflexionaba constantemente sobre el “Telegrama Zimmermann”[4] y predicaba que en las escuelas antes de estudiar inglés o cualquier otro idioma extranjero, se estudiase una lengua nativa junto con el español, además de exhibirse siempre en los salones escolares los dos mapas del país: el anterior a 1848 y el actual, para que los mexicanos desde chiquitos aprendieran a cuidar el pedazo que les había quedado.
Entendida en aritmética, geografía, geometría y me atrevo a decir, que prácticamente erudita en gramática. Tarde y con un poco de molestia, su esposo historiador llegó a reconocer que no terminaba su carrera hasta que se casó y que siempre le corregía los escritos y los libros antes de que los presentara para impresión, al igual que todo oficio o documento para el que le pidieran asesoría.
Como deportista y soltera pretendida, fue invitada a ser madrina de varios equipos deportivos, y a ir continuamente con sus tíos al cine los días que no había entrenamientos. Se sabía vida y obra de todos los artistas de la época, al igual que de la realeza y los famosos, publicados en la revista ¡Hola! Quizá por ello se emocionaba con algunos apellidos de Guadalupe, Zacatecas, como: Rivapalacio, Villalobos, Zavala Zamudio, Sarachaga y le platicaba a mi abuelita señalando siempre con los dedos que aquí incluso había: Rousell, Martell, Raudy y hasta Souverville.
Viendo también la revista ¡Hola!, y como al parecer los Kennedy eran los únicos greengos o gringos que le caían bien, decía de ellos: “tan áridos”. “Sí guapos, interesantes, pero parecen sacados de un desierto”.
Y revisando en la misma revista a Sara Ferguson, la ex esposa del príncipe Andrés de Inglaterra, la comparaba siempre con los Kennedy, señalando siempre el parecido de ambos.
Ella y su hermana Emma Ofelia[5] se graduaron juntas muy jóvenes, estudiando la secundaria también en la misma Escuela Normal[6], pues antes no se estudiaba la Preparatoria para ingresar a la Normal y no estaba separada la carrera de Educación Preescolar de la de Educación Primaria, y se podían dar clases incluso en secundaria. Así que, desde los 18 años, trabajó con ella primero en un Kínder y después en una de sus primeras escuelas, la “Pensador Mexicano”, cuya fotografía siempre decíamos ampliar y enmarcar en vida de mi madre…
Alguna vez para un festival especial de un colegio, contaba que no sabía qué presentar y le preguntó a los niños que si alguien sabía hacer algo: bailar, cantar, contar chistes, algún truco de magia y una niña muy curiosa presumió: “Yo sé cantar El ratón vaquero”.
Cuando mi mamá la escuchó cantar incluso la estrofa que iba en inglés, no dudó en presentarla, era la estrella de su salón y como en el festival cantó tan bien, se convirtió en la estrella de toda la escuela, pues se la pedían prestada para llevarla a cantar a otros salones y al final toda la escuela cantaba “El ratón vaquero” de Cri Cri, al igual que ella siempre la repitió en vida.[7]
Una de mis tías maternas contaba que también alguna vez había llevado un ornitorrinco a una clase de primaria y que había sido la sensación de todos. La anécdota se platicó después de su muerte y, siempre tarde, yo nunca le pregunté por ella.
[1] La frase era algo así como: “Miren la madre Julia escribió anuencia con s”. No exactamente así, pero por algo así la castigaron.
[2] Le molestaba cuando los templos o atrios estaban sucios y tenía gran devoción a la Virgen María, perteneciendo un tiempo también a la Legión de María, fundada en Guadalupe, Zacatecas, y dependiente de la Parroquia de los Sagrados Corazones de la misma ciudad, además de viajar a Medjugorje, que desafortunadamente nos contó fue donde comenzó a enfermarse.
[3] Su hermana Emma Ofelia que compartía una opinión semejante y que viajó por muchos países durante su vida, jamás pisó Estados Unidos; si había una escala del viaje en ése país, cambiaba la línea aérea.
[4] Propuesta que el Ministerio alemán de asuntos exteriores hacía en 1917 a México, para ayudarlo a recuperar los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona.
[5] La maestra Emma Ofelia Valdivia de Castañeda fue directora de varias escuelas de educación básica, entre ellas la famosa Primaria “El Pípila”, situada frente a la residencia oficial de Los Pinos en la Ciudad de México, desde donde envió un mensaje al presidente Salinas, recibiendo en menos de una hora, una camioneta del ejército para acatar órdenes presidenciales.
[6] Todas las hermanas Valdivia Carreón estudiaron la secundaria en la Escuela Normal.
[7] Miguel Bosé grabó también ésta canción.