
STREAMING – “LA MADRE” (“THE MOTHER”) – NETFLIX
En este proceso de desarrollo histriónico que lleva la diva Jennifer López, llegamos al punto en que ahora experimenta con el arquetipo de la heroína de acción con esta cinta para Netflix. Nos da un resultado mediano, ya que sus limitaciones como actriz no permiten que un personaje con ciertos matices ya probados pero efectivos progrese, mientras que la consistente directora neozelandesa Niki Caro (“La Leyenda de las Ballenas”, el remake de “Mulan”) le da cuerpo y buena forma a una película estándar sobre asesinos con lazos sentimentales y motivaciones efusivas que mantienen el interés, pero no evoluciona más allá de lo básico. López frena a cada rato el proceso dramático con su poca comprensión del arte interpretativo. La película se cuenta tomando como base uno de los argumentos más alcalinos de la narrativa de ficción: una madre, en este caso una implacable y muy efectiva sicaria envuelta en una conjura contra ella por unos traficantes, que debe luchar para salvar su vida y la de su hija. La historia inicia con ella tratando de emanciparse de una tormentosa relación con un delincuente llamado Adrian (Joseph Fiennes), delatándolo y a su compinche Héctor (Gael García Bernal en un cameo intrascendente), con quien también se relacionó afectivamente, al FBI, culminando en una masacre que la obliga a ella y a un agente (Omari Hardwick) a huir estando embarazada. Ante este panorama, López (su personaje jamás es nombrado) entrega en adopción a su bebé, una niña que doce años después (interpretada por Lucy Paez) verá su vida en peligro cuando es localizada por los maleantes y usada para sacar a la asesina de su escondite. La trama se estaciona en un juego del gato y el ratón cuando La Madre y la niña, de nombre Zoe, logran eludir momentáneamente a los criminales ocultándose en Alaska, donde López le enseñará a Zoe el arte de matar y sobrevivir en condiciones adversas a regañadientes de la niña, pues ella solo quiere regresar con su familia. Esta dinámica de amor/odio entre ambas, vista hasta el cansancio en infinidad de películas, se mantiene a flote gracias a que la directora Caro maneja con fluidez y buen ritmo sus componentes dramáticos y a que la joven Páez realiza una labor encomiable con su plano personaje. El tercer acto es el espectáculo de balazos y peleas que ya esperábamos, presentado con cierta mesura narrativa y cordura visual que no se desbarranca a los plagios en boga de “John Wick” y similares. “La Madre” sirve para dos cosas: entretener a un nivel básico, lo que en este punto creo ya es suficiente para una película industrial de Netflix, y demostrar una vez más que a Jennifer López le urge una cinta tipo “Estafadoras de Wall Street” donde pueda brillar de nuevo como actriz dramática, porque tanto en la comedia como en el cine de acción sigue sin dar una.
Esta película española es paradójica en cuanto a que está muy bien dirigida por el ya veterano Jaume Balagueró (la saga de “REC”), pero que adolece de un guion flácido a pesar de una premisa siempre atractiva para los fanáticos del cine de terror: la invocación gradual de una temible deidad cósmica utilizando a un ser inocente como conducto. Al terminar y después de apreciar la labor de Balagueró, nos da la impresión de que canalizó a su Ari Aster interno en cuanto a la procuración de atmósferas y situaciones viscerales terroríficas sin miramientos con sendos guiños a “El Bebé de Rosemary” de Polanski, sin que una vía u otra concrete algo sólido en cuanto a narrativa. Y tal vez eso se deba a que la protagonista, la actriz Ester Expósito, nada más no logra vender adecuadamente a su personaje desde una óptica de pathos efectiva, poniéndose en la piel de Lucía, una bailarina exótica que de buenas a primeras decide robarle su dotación de pastas a su jefe, un capo de esos que sólo existen en el cine (barba hirsuta, modos extraños, gusto por diálogos refinados, hablar terso, etc.) viéndose interceptada por un gorilesco secuaz que le apuñala el muslo. Después de una trifulca, logra escapar a la casa de su hermana Rocío (Ángela Cremonte), quien vive en un edificio de departamentos llamado “Venus” junto con su pequeña hija Alba (Inés Fernández), que no es lo que parece, pues fuerzas sobrenaturales comienzan a manifestarse de diversas formas como un ente femenino que se le aparece a Inés en sueños dejándole extraños regalos (insectos muertos, un frasco lleno de lágrimas de niños, etc.) y pavorosas visiones que comienza a sufrir Lucía mientras se establece ahí. Conforme los delincuentes van localizando el paradero de Lucía para recuperar sus drogas, ella a su vez comienza a desenmarañar el misterio del lugar, uno que involucra a un cónclave de brujas empeñadas en traer a nuestro plano dimensional a un ser de tintes lovecraftianos. Por desgracia, Balagueró no afina adecuadamente sus instrumentos narrativos y muchas escenas reciclan varios aspectos ya revisados en otros filmes (incluyendo la mencionada cinta con Mia Farrow) o desperdician las posibilidades dramáticas y emocionales latentes en la disfuncional relación entre hermanas o la misma Lucía, a quien jamás llegamos a conocer como personaje. “Venus” nos obsequia a un Balagueró con muchas capacidades, pero por desgracia ninguna de estas contribuye a la confección de una historia memorable.
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