
Como ya es bien sabido, el Gobierno Federal ha dejado mucho que desear en su papel como principal institución para mitigar los impactos generados por la presente contingencia.
Ante esta posible estanflación que vivimos, el Gobierno cuenta con pocos argumentos dentro de su baraja de opciones, para hacer frente a las adversidades que se le presenten. Esto ya que se tiene una línea clientelar, la cual no necesariamente está relacionada con una mayor producción. Indaguemos los alcances y capacidades de nuestra política fiscal.
En el tema de los ingresos, no hemos logrado generar las suficientes fuentes que alcancen a dotar de recursos a la creciente sociedad en la que vivimos. Con base en los números de la SHCP, para el cierre del 2021, tan sólo logramos recaudar poco más del 13% del PIB. Esto nos posiciona como uno de los países con las peores tasas de recaudación de todo el mundo. Para poner en perspectiva, la media de los países de la OCDE o América Latina, se encuentra en alrededor del 34 y 23%, respectivamente.
El motivo de esto descansa principalmente en los altos impuestos que se cobran. Las elevadas cargas impositivas que tiene nuestro país, ocasionan que muchas empresas prefieran navegar en el océano de la informalidad. Dos ejemplos.
Si una empresa da de alta a un trabajador, para salvaguardar su vida y que tenga acceso a los beneficios de seguridad social, estamos hablando que se presentaría un incremento de su salario en alrededor de 30%. Esto en conjunto por el pago de los servicios del IMSS, cuotas del Infonavit. Estos elevados costos son los culpables de una tasa de informalidad en alrededor de 56%, según informes del INEGI. Una de las más altas de toda América Latina.
Por otro lado, del reporte de ganancias que se presenta al final del mes, se debe entregar una parte considerable al Gobierno por concepto de diversos impuestos (55%). Esta es una de las principales razones por la que un gran número de empresas buscan comprobantes fiscales digitales apócrifos, para minimizar sus utilidades y por ende su pago de impuestos. Para poner en contexto, por ejemplo, en Canadá las empresas pagan alrededor del 25%. De igual forma, somos de las más elevadas en AL.
En segundo lugar, el gasto público. Desde hace mucho tiempo, nuestras erogaciones se han caracterizado por ser ineficientes y no se diga la actual administración. De acuerdo con la SHCP -para que no se diga que se tienen otros datos-, tan sólo el 3% del PIB es destinado a gasto de capital.
Este gasto cobra vital importancia, ya que es aquel que permite que se presenten externalidades positivas dentro de la economía de un país. Aquí está el verdadero motor de crecimiento y desarrollo para nuestro país.
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, existe una gran mayoría de personas que prefieren las transferencias directas, en lugar de las inversiones a mediano y largo plazo, lo que genera el deterioro de un posible círculo virtuoso. ¿Pudiera ser esta la razón de la fuerza del presidente de la República? Sin duda.
Si no redoblamos esfuerzos en la modernización de una política fiscal que cumpla con las necesidades de una creciente sociedad como la nuestra, no podemos esperar que, ante contingencias como ésta, sea la propia que nos ayude a salir bien librados.
@GmrMunoz