Desde hace décadas, una de las propuestas más llamativas para mejorar la inserción laboral y la ampliación de las economías locales es el modelo de “Triple Hélice”. Es decir, generar una colaboración efectiva entre las universidades, el sector empresarial y el Estado. La idea, en pocas palabras, es construir un sistema de incentivos que impulse las áreas de innovación a partir del crecimiento de capital humano altamente calificado, dirigirlo hacia nuevas áreas de oportunidad y aumentar la diversificación de los mercados. Este proceso puede ayudar a que cientos de miles de estudiantes mexicanos accedan a oportunidades laborales al momento de egresar de las universidades o centros de educación media superior (a través de carreras técnicas). Sin embargo, es una idea que se ha aplicado de manera ineficiente y, desafortunadamente, se ha mermado su valor a lo largo de los últimos años. Ahora, con las nuevas corrientes de mercado internacional (particularmente el nearshoring, del cual hablaremos más adelante), es necesario mirar hacia este modelo y apostar por una mejora continua de la calidad educativa y, a la par, impulsar la generación de empleos. ¿Cómo se puede ejecutar este modelo de Triple Hélice?

Primero, es necesario comprender cuál es el papel que desempeñan cada uno de los actores en este proceso (universidad-empresas-Estado). El centro de este modelo debe ser, obviamente, las universidades, porque ahí se gesta el capital humano que se integrará al mercado laboral en los próximos años. Por ello, la formación de los alumnos y alumnas debe contemplar enfoques de emprendimiento, actualización continua y trabajo en equipo (sobre todo en carreras con alta demanda, en áreas de software, sistemas e ingenierías). De esta manera, los estudiantes tendrán herramientas para interactuar entre ellos y plantear nuevas áreas de oportunidad para mercados poco explorados o, incluso, descubrir nuevos mercados. Las empresas son la “brújula” en estos procesos, ya que el sector privado siempre está buscando ampliar sus factores de producción (a partir de la oferta y demanda) y generar mayores ingresos. Para ello, es fundamental que concentren gran parte de su inversión en estos nuevos centros de innovación. Es decir, que se enfoquen en las propuestas que provienen de las universidades (sobre todo, de proyectos elaborados por estudiantes), generando un círculo virtuoso que permita a los estudiantes tener acercamientos constantes con la iniciativa privada y, de esta manera, plantear nuevos escenarios de crecimiento en conjunto. El papel del Estado debe ser el de un “facilitador”, ya que debe tender los puentes entre ambos sectores a través del impulso de programas de emprendimiento, aumento de plataformas de formación en áreas de alta demanda (como enfoques de educación dual) y, sobre todo, a través de los sistemas de servicio social, orientar a que los estudiantes tengan un mayor acercamiento a los mercados.

Ahora que tenemos claro cuál es el rol de cada actor, comienza lo realmente complicado: identificar las áreas de oportunidad. Sergio Cárdenas, Edgar E. Ramírez y David Sánchez sostienen, en el libro La difícil vinculación universidad-empresa en México, que para lograr lo anterior “[…] se debe disponer de información confiable y suficiente que ayude a identificar el tipo de vínculos que se establecen entre los factores inmersos en las tres esferas señaladas, alrededor de qué tipo de actividades los establecen y, sobre todo, a qué estímulos responden para cooperar entre sí” (Cárdenas, Ramírez, Sánchez, et al; 2012). Por lo tanto, no basta con dejar que la relación entre estos sectores nazca de la nada. Es vital que los tomadores de decisiones (de los tres ámbitos) concentren esfuerzos para producir información suficiente y proponer las actividades clave para que emerja este nuevo modelo de Triple Hélice.

¿Por qué es importante contemplar esta práctica? Existe un fenómeno mundial denominado nearshoring, el cual consiste, según la analista del portal El Economista, Esmeralda Lozano, en “[…] mudar las fábricas del país de origen a uno cercano en el que todo sea más barato”. Este fenómeno busca eficientizar los costos de producción (en particular, los costos fijos: electricidad, sueldos, salarios e incluso impuestos) atendiendo a los mercados a los que pertenecen las empresas. El papel de las MiPymes es fundamental, dado que, según el Nearshoring Data Monitor de Santander, “la relocalización de cadenas de suministro en México tendrá un “efecto multiplicador” en la cadena productiva del país, ya que “en promedio, cada empresa con proyectos de nearshoring atiende a 50 clientes y necesita 150 proveedores en las pequeñas y medianas empresas”. En otras palabras, la combinación de estos actores empresariales va a incentivar el crecimiento de pequeñas y medianas empresas, sectores a los cuales los nuevos estudiantes egresados pueden ingresar e, incluso, actuar ellos mismos como emprendedores. Sin embargo, es fundamental que cuenten con las herramientas necesarias para lograr esta efectiva inserción.

Se avecinan tiempos de elecciones y cambios en la organización del Estado (presidente, alcaldes, diputados y senadores). Por ello, uno de los temas que deben estar en el debate público debe ser el crecimiento y desarrollo económico. Por eso, es importante tomar en cuenta este modelo y que quienes aspiran a los cargos de elección popular tomen en cuenta modelos como el de “Triple Hélice” para garantizar una inserción efectiva de capital humano en los mercados y, al mismo tiempo, ampliarlos. Una alternativa que vale la pena recordar, estudiar y aplicar.