Por: Bertha Ma. Topete Ceballos

La palabra genealogía viene del griego genos que quiere decir: raza, nacimiento y descendencia; y loga de: logos (ciencia y estudio) y muestra el seguimiento tanto de la ascendencia como de la descendencia. La Genealogía es considerada una de las ciencias auxiliares de la historia.

Las fuentes naturales de la genealogía son orales y documentales. Las primeras son tomadas de los recuerdos y de la memoria de nuestros padres, abuelos, tíos, amigos y otros conocidos. Las fuentes documentales las encontramos en archivos: parroquiales, civiles, penales y particulares, entre otros.

La genealogía nos permite saber quiénes fueron nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, choznos, etc. Se puede seguir la línea paterna o materna hasta el momento en que ya no existen documentos consultables, y cuando llegamos a este término nos encontramos con una pila de nombres que desconocemos. Hay casos en que los apellidos se repiten en el linaje tanto del padre y de la madre y los personajes resultan emparentados.

Esta disciplina nos permite conocer el origen de nuestros apellidos y lugares de procedencia de las familias, ya sea del mismo país o de territorios tan conocidos como España, principalmente por la colonización, así como de Francia e Inglaterra, o de otros lugares de Europa. En muchos casos, los apellidos de origen no español se castellanizaron a través del tiempo, y, como ejemplo, está el apellido de origen italiano Bocanegra (Boccanera) y claramente los apellidos de origen árabe o judío. En unos casos, los apellidos cambiaron, en otros, desaparecieron y podemos agregar que España también fue un territorio a donde llegaron visigodos, asiáticos y africanos.

Al conocer nuestra procedencia, existe la legitimidad de saber que venimos de un padre y una madre, o bien, saber si fuimos adoptados, ya que en muchas actas de nacimiento se refiere como hijo “adoptivo” o de “padres no conocidos”. Otros casos tratan de hijos ilegítimos, como el de Juan Nepomuceno Almonte, hijo del cura José Ma. Morelos. El primero fue un personaje relevante durante la época de la Reforma y el segundo durante la Independencia. Otro ejemplo puede ser el hijo de una esclava o de una peona de alguna hacienda, como fue el caso del famoso bandolero Juan Chávez, hijo de Juan Dávalos, el dueño de la Hacienda de Peñuelas, y de una peona llamada Juana Chávez.

Existe, por supuesto, el caso de ilegitimidad derivado de los incestos entre familiares, pero en otros simplemente se desconocía la identidad por fallecimiento de ambos padres. Era muy frecuente el matrimonio endogámico hasta el siglo XIX, ya que no era fácil el traslado hacia lugares lejanos, las comunidades estaban aisladas y las dificultades del camino y transporte hacia otras tierras; lo usual era casarse con alguien, que residiera en el mismo pueblo o en las cercanías. Pero en muchas ocasiones, en las familias había un sacerdote “celestino” que, durante su estancia en cierto pueblo o ciudad, lograba el matrimonio entre los pretensos y sobre todo si era de cierta posición social.

Durante la Colonia, se prefería el matrimonio con los recién llegados peninsulares como estatus social, pero también era una forma de refrescar la sangre y evitar las taras hereditarias por la mezcla, como sucedió entre las familias reales; un caso muy relevante es el de los Borbones.

Este caso fue muy frecuente en las familias alteñas, por lo que se debía pedir una dispensa a la Mitra de Guadalajara debido a la cercanía familiar. En las actas de matrimonio, era necesario escribir la genealogía hasta el cuarto grado, en que se prohibía el matrimonio.

Dice el reconocido genealogista Don Fernando Muñoz Altea: “la importancia de un apellido es poder comprobar a través de las generaciones que sus miembros han sido legítimos; con oficios honorables; personajes importantes en la sociedad de su tiempo y, en España hasta el siglo XVIII, que tuvieran “limpieza de sangre”, es decir, que no estuvieran emparentados con judíos o musulmanes”.

Tal era la concepción de aquellas épocas.

El conocer el linaje de una familia requiere de un estudio especializado. Para que un árbol genealógico pueda aspirar a tener las cualidades, se necesita llegar por lo menos hasta 1800, sin embargo, actualmente, con las fuentes informáticas, puede extenderse hasta la época de la conquista y se puede alargar la frondosidad de este árbol cuando determinados apellidos proceden de familias importantes de la historia si tomamos en cuenta la relevancia de los reyes, conquistadores, filósofos, emperadores de algunas partes del mundo. Inclusive, la genealogía de Jesús es narrada en la Biblia desde antes del rey David hasta llegar a José de Nazareth, el padre putativo de Jesús, que aparece en el Tanaj judío, además se encuentra en los evangelios de Mateo y Lucas, que la nombran de distintas formas.

En el caso muy particular de los Altos de Jalisco, el Lic. Mariano González Leal hizo todo un estudio sobre las familias entre las que se encuentran las de Aguascalientes, Teocaltiche, Jalostotitlán, Nochistlán, San Miguel, Santa María de los Lagos y muchos otros lugares más que comprende la región y que serían interminables describir, y que viene compendiado en su obra de 10 (diez) tomos titulado “Retoños de la Nueva Galicia”.

En Aguascalientes, el profesor Alejandro Topete del Valle siguió los pasos de la familia Montoro, de los Romo de Vivar, Lozano y Del Valle, entre otros, quien, de haber podido usar las bondades que ofrece la tecnología actual, se hubiera maravillado de los alcances, ya que antiguamente se tenía que ir a la parroquia o registro civil en cuestión y transcribirlo a mano y cuando mucho llevar una máquina de escribir portátil.

La genealogía sobre las familias de Aguascalientes nos remite a los apellidos de linajes más antiguos que poblaron la región; además de las ya conocidas, como las Montoro, Ávalos de Saavedra, Ayala y otras, encontramos las de los Ruiz Esparza, Tiscareño, Romo de Vivar, Lozano y Macías Valadez, por nombrar unas cuantas.

Últimamente, hubo una fiebre de las genealogías con el objeto de obtener la ciudadanía española o portuguesa, con el fin de lograr el pasaporte de la Unión Europea y facilitar así la entrada al país del norte o de toda Europa.

Los avances científicos nos permiten asociar familias mediante la prueba del ADN o 23+, y las de My Heritage, Ancestry y los Aplogrupos, que están acercando a los parientes o familiares aun si se encuentran en distintos continentes.

 

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