
Apostar a la deshidratación de leche aceleraría la desaparición de la actividad lechera, en lugar de apoyarla, advirtió el presidente del Frente Nacional de la Defensa de Consumidores de leche, Álvaro González Muñoz.
«Es ir para atrás como los cangrejos, hay que equilibrar las fuerzas, que no entre al país un solo kilo de leche en polvo, ya que tan sólo este año entraron 300 mil toneladas, con productos de grasas vegetales que están generando pérdida de empleos y obesidad».
Indicó que las políticas gubernamentales de promoción para la construcción de plantas deshidratadoras de leche resultan inauditas cuando se tiene un déficit del 40% para lograr satisfacer el mercado nacional de leche fluida.
«Es una tomada de pelo, quizás es una buena intención, pero la leche en polvo siempre se vende con precios más bajos que lo que cuesta producirla. Si yo tengo un litro de leche a 6.70, el secado me cuesta un peso y luego la quiero vender deshidratada, finalmente hay que competir con los subsidios de las importaciones de los Estados Unidos, ya sea líquida o deshidratada».
El dirigente consideró que la deshidratación de leche sólo servirá para que ya no se tire, pero condena a la desaparición de los productores de leche, cuando se deben orientar los esfuerzos en que los ganaderos reciban ingresos justos por la leche de calidad que llegue a los consumidores.
Expuso que con este tipo de estrategias se trata de aminorar la presión e incertidumbre que priva en el sector lechero, pero en la práctica el esquema no resulta redituable porque finalmente sería mucho más caro que colocar la leche fluida en el mercado.
González Muñoz dijo que los ganaderos lecheros no pueden confiar en que el mercado de la leche seguirá con buenos números, ya que el precio de leche deshidratada pasa por una fluctuación alta, debido a que los precios internacionales se han disparado.