Por J. Jesús López García

Los asuntos, estilos y temas arquitectónicos, muestran situaciones y configuraciones urbanas y ambientales que los exhiben más enérgicos en dispositivos perceptuales y perdurables en el pensamiento de una colectividad. Basta citar los razgos del Palacio de Gobierno aguascalentense que los tenemos presentes, sin embargo, sin sus particularidades emblemáticas tales como los vanos de la parte superir coronados con cartelas mixtilíneas y que funcionan para enmarcar los blasones de la familia Rincón Gallardo, no vienen a nuestra mente fácilmente, en cambio, sí lo hacen las líneas básicas y su localización en el cerramiento espacial al sur de la Plaza Principal, y la posición respecto al Palacio Municipal, el Patio de las Jacarandas, y por supuesto la Catedral.

Por otra parte, si la obra posee propiedades más complejas en la estructura espacial o en la constitución de la forma, como en el templo de Erecteón en la Acrópolis de Atenas, son algunos de sus componentes los que contribuyen a destacar la percepción en su totalidad, tal el caso de la fachada sur con la Tribuna de las Cariátides, que alberga los majestuosos soportes con formas femeninas: las cariátides, cuyo significado es “mujeres de Carias”, ciudad remota del Peloponeso.

En los dos ejemplos expuestos, posiblemente son los fragmentos de ellos los que permanecen en nuestra memoria, acusándose las alusiones arquitectónicas, plásticas o históricas. También hay edificios con referencias urbanas, en donde su forma y disposición, se presentan de modo notorio, ya que el uso, la función o su volumetría les hace notorios, a tal grado de que acompañan en la cotidianeidad de los habitantes de una ciudad, a pesar de que la propuesta requiera el elemento fundamental de la representación que demanda meticulosidad en la composición, diseño y edificación. Esta clase de fincas con menor atención perceptual, se identifican con potencia pues su estampa no se puede eludir.

Si nos remitimos a los vecinos del añejo barrio de Triana, cuya casona se encuentra próxima al jardín, seguramente traerá como recuerdos ineludibles las campanadas del templo del Señor del Encino, así como la imagen masiva y aplastante del conjunto de la fábrica J. M. Romo, en la fracción posterior de la iglesia, cuya importante presencia en el contexto hace que forme parte de la historia del barrio.

Un ejemplar que alberga condiciones de referencia urbana es la tienda de productos veterinarios y de consumo para animales “La Chiripa”, localizada al poniente de la traza urbana, particularmente sobre segundo anillo de circunvalación. Un comercio con una presencia volumétrica significativa; estructura metálica que se percibe ingrávida, recubierta con lámina y listones de madera. Con una fachada prolongada y su publicidad sobre de ésta, se muestra al peatón o a quien conduce un auto, el giro comercial de modo sencillo y efectivo, estableciendo el inmueble una relación importante con el contexto, y alzándose como un hito utilitario reconocible dentro de la ciudad en su conjunto.

Así, la arquitectura posee la preponderancia de grabarse en la memoria de la gente de forma autónoma al poder de representación que el edificio tenga, por el tamaño de los productos, por la orientación de los usos y por la suficiencia de atraer a concurrencias especializadas o diversificadas. Así concebimos múltiples inmuebles como piezas sustituibles, efímeros o anodinos por el deterioro de la actividad y uso periódico, siendo este último lo que le otorga una percepción más nítida, manifestándose con más firmeza cuando el edificio se desmonta, modifica o derriba.

Si bien es cierto, la casa es la que ostenta el mayor volumen de lo edificado, lo cierto es que las demás construcciones que no cuentan con una carga de representación importante y nos acompañan en el día a día, son las que constituyen una parte sustancial del acontecer edificatorio de todas las urbes.