Saúl Alejandro Flores

1. Candidatos deshidratados

Estimados lectores en esta serie muy breve de entregas no hablaré de lo técnico que demanda el sector agua, ni de los rubros de gestión, sino de cómo los procesos electorales se convierten en “amenazas para el agua”, igual que para el medio ambiente y derechos humanos.

Definitivamente la palabra “esperanza” es quizás la única palabra que es incompatible con un proceso electoral, si el ciudadano cree en ella, es ingenuo o no ha aprendido las innumerables lecciones que en cada proceso electoral se concretizan en lo que es, simplemente en una renovación o rotación de actores políticos ocupando una cartera de gobierno, los hay mejores por decirlo así es la excepción, pero abundan los que brillan por su ausencia y los peores, los de mediano desempeño también escasean pero son más que los que podríamos considerar mejores. En síntesis, la “esperanza” es lo único que no podemos permitirnos en tener, someternos a la dictadura perversa de la esperanza, dejémosla como un concepto que en los devotos forma parte de las virtudes teologales al lado de la fe y caridad. Pero hasta ahí.

Las campañas comienzan, dicen que serán las “más grandes de la historia” o serán las más ausentes en la concurrencia por acudir a emitir el voto, porque realmente el perfil de los candidatos da tristeza, si el agua pudiera votar, se abstendría por el momento, los precandidatos a la alcaldía de la capital que se han asomado, ninguno, así como lo digo ninguno tiene la mínima idea de la gestión pública, (saben de grilla) menos del cómo afrontar la problemática del agua en Aguascalientes, ni tampoco voluntad de hacerlo. O es continuidad de grupo que no ha hecho lo necesario y se ha destacado por su opacidad como es el caso del municipio capital, que su proyecto es de poder político no de mejoras de servicios, es más de “mercadotecnia política” que labor política, son productos, no son políticos ni gestores, la presunta oposición también está deshidratada no tiene idea del agua, y otros se han malacostumbrado a la “baratija electoral” de prometer consultas, erradicar suspensiones, etc., y no proponen soluciones claras.

El Congreso local seguirá brillando por su ausencia, pésimos legisladores, pésimos gestores y profesionistas, pensando en cómo seguir brincando de puesto y tercos en legislar para que sus mal llamados productos legislativos sean literalmente echados para abajo por el Poder Judicial Federal, dada la inconstitucionalidad que tanto les seduce en incurrir, endebles al ceder a chantajes de visiones decadentes y obsoletas, ajenas a la naturaleza humana por adolecer de la propia racionalidad. La producción legislativa en la materia ha sido y será estéril, una comisión de recursos hidráulicos más encaminada a la foto y reuniones, pero ausente de trabajo y frutos,sumándose a las anteriores.

En el rubro federal los perfiles son paupérrimos, se tiene entrampada desde el 2012 una Ley General de Aguas, desde hace años la administración encabezada por Peña a nivel sector agua tuvo acciones técnicas que deben reconocerse y otras que no en efecto en su mayor parte, hubo claroscuros, pero fue pésima en cabildear y redactar dicha Ley lo que provocó una tolvanera de pasiones, además de algunas omisiones de gran impacto en su contenido. La actual legislatura federal, ha caído en radicalizarse en asumir posturas y ser excluyente como muchas otras anteriores, ahora están del lado de algunas organizaciones no gubernamentales, con buenas intenciones pero erráticas en sus apreciaciones, es decir, se invirtieron los roles, así como un reloj de arena al darle vuelta, antes eran excluidas por grupos de interés y ahora incurren en la radicalización y repiten los errores que tanto criticaron y que por supuesto deben ser siempre criticables, pero no deben repetirse, esa es la diferencia.

El Poder Legislativo Federal no es promisorio, puede repetir el descaro como lo tuvieron al aprobar una serie de iniciativas obedeciendo sin dignidad alguna a quien ahora ostenta la investidura presidencial, recordando al México de 1994 hacia atrás. Es paradójico los ciudadanos votan para que los represente el diputado o senador, pero este no los representa, sino que representa al cacique que los propuso, a su caudillo o su partido, pero no al ciudadano, es curioso cómo los partidos usurparon la representación ciudadana, amparados en la perversión de la teoría política. Además de que carecen de dignidad, tal como lo hicieron al publicar con mayúsculas orgullosamente la desaparición de fideicomisos. La próxima semana abordaré los temas que deberían ser parte de la “agenda”. Recuerden amables lectores, la importancia de emprender políticas que realmente permitan que en México y Aguascalientes, el agua nos alcance.

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