
CARTELERA
“JUEGOS INOCENTES” (“DE USKYLDIGE”)
La infancia destilada por el filtro del mal siempre ha fascinado al cine por esa idea arraigada en la cultura sobre la niñez como representación inamovible de la inocencia, que cuando ésta se antepone al maquiavelismo absoluto entonces surgen los relatos que nos llevan cual polillas al fuego transgresor de dicha estampa dulzona, desde “La Mala Semilla” (Le Roy, E.U., 1956) hasta “Tenemos Que Hablar de Kevin” (Ramsay, E.U., 2011), y esta cinta noruega titulada “Juegos Inocentes” lleva el proceso hasta unas consecuencias pavorosas que brillan por su inteligente uso de la narrativa minimalista pero que nos sujeta por la garganta emocional sin soltarnos hasta el delicado y muy oscuro clímax. Como suele ocurrir en el cine europeo meridional, la contextura psicológica de los personajes determinará su desarrollo mientras que sus propiedades emocionales se reservan para los momentos de mayor impacto, características que se maximizan al ser un cuarteto de niños los que llevarán esta batuta. La trama se sitúa en un edificio de departamentos donde viven la pequeña Ida (Rakel Lenora Fløttum) junto a sus padres y su hermana autista Anna (Alva Brynsmo Ramstad <https://www.moviebreak.de/person/alva-brynsmo-ramstad>), a quien secretamente desprecia expresándolo como sólo una niña lo haría como colocando vidrios rotos en sus zapatos o pellizcándola sabiendo que su mutismo patológico no le permitirá hacer ruido alguno. En el conjunto habitacional también viven un jovencito llamado Ben (Sam Ashraf), inmigrante iraní, y una chiquilla con vitíligo llamada Aisha (Mina Yasmin Bremseth). Conforme se conocen y desarrollan una dinámica normal como la de cualquier grupo de niños, comienzan a manifestar habilidades telequinéticas y telepáticas, vinculando sus pensamientos y sueños a la vez que realizan pruebas para conocer sus capacidades como mover rocas con la mente o, en el caso de Aisha, conectarse con la psique de Anna para lograr que ésta hable. Los momentos de descubrimiento se van vinculando con los puntos ominosos que va manifestando Ben cuando revela una naturaleza cruel y manipuladora que lo impele a asesinar gatos o controlar con el pensamiento a otras personas para que cometan actos homicidas. Esto eroga en una guerra secreta a espaldas de los padres donde las niñas tratarán de detener a Ben en un conflicto que escalará a grados trágicos.
La naturalidad y sencillez con que el director Eskil Vogt (guionista de la excelente “La Peor Persona del Mundo”, serie contendiente al Óscar a la Mejor Película Extranjera el año pasado) trabaja y retrata su historia es sorprendente, pues logra emancipar los aspectos fantásticos de la trama de cualquier espectacularidad visual delimitando el uso de efectos especiales a tomas muy breves y mínimas dejando que las honestas y muy reales interacciones entre los infantes domine el proceso dramático, uno donde el suspenso yace en sus reacciones y la forma en que el pequeño antagonista (Ben) toma las decisiones más drásticas. Lejos de ser un ejercicio banal sobre superpoderes, la cinta toma como punto de partida las habilidades de los protagonistas (las cuales jamás tienen un origen o explicación racional) para elaborar ricas alegorías sobre los conflictos arraigados al proceso de crecer y la aniquilación de la inocencia por elementos externos, insertando algunas escenas francamente perturbadoras más en su fondo que en la forma, en perfecto equilibrio con diversas facetas dramáticas muy conmovedoras y reflexivas. La realidad sobre estos “Juegos Inocentes” toca con mucha eficiencia y ciertas dosis de lirismo los prejuicios, temores y anhelos de la niñez trastocados por sus inherentes conflictos llevados a un extremo escalofriante so pretexto de sus superpoderes, y eso le permite a la película golpearnos sin remordimiento en zonas morales donde, tal cual nos ocurrió en algún momento de la infancia, no entendemos sobre el bien o el mal, y por ello esta cinta es uno de los mejores ejemplos del cine capaz de utilizar sus herramientas y lenguaje de género a nuevas alturas creativas.
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“GHOSTEADO” (“GHOSTED”) – APPLE TV+
Un granjero con déficit de madurez emocional llamado Cole (Chris Evans) conoce en el mercado de su pueblo a una atractiva joven de nombre Sadie (Ana de Armas) a quien invita a salir después de un accidentado encuentro inicial (lo que los gringos denominan un meet cute). Habiendo pasado la noche juntos, Cole no para de escribirle mensajes al día siguiente quedándose estos solamente en visto (o “ghosteado” como dicta el nuevo lingo de WhatsApp), por lo que decide viajar mediante GPS hasta Londres donde ella se encuentra para darle una romántica sorpresa. Pero será él quien se sorprenda cuando descubra que Sadie es en realidad una súper agente que debe localizar a un villano (Adrien Brody) que tiene en su poder un letal virus llamado “Azteca” (por cierto, gracias productores de Hollywood), combatiendo una horda de secuaces con un inexperto y atarantado Cole de rémora en una misión de tinte internacional para salvar al mundo. Entonces lo que tenemos aquí es una nueva iteración de “Mentiras Verdaderas” donde es ella la que miente para cubrir su verdadero oficio y él es quien debe aprender a sobrevivir rápidamente conforme los enemigos se acumulan y los tiros y persecuciones también. Y no habría problema si acaso el guion virara a rumbos más originales o siquiera más diversos a los de siempre, pero todo el catálogo de clichés desfila por este trabajo firmado por Dexter Fletcher, director que suele ser más cumplidor como lo demostró en “Volando Bajo” o “Rocketman”, dándonos una historia que tumbo tras tumbo llega hasta un trilladísimo final donde ni el talento de Ana de Armas o el carisma de Chris Evans bastan para hacerlo más paladeable. Así como sucede en la vida real, mejor dejar “Ghosteada” esta insulsa película.
Correo: corte-yqueda@hotmail.com