Con motivo del Día del Maestro, me vino a la memoria un personaje que tuvo especial relevancia en la vida política de México, y sobre todo en el ámbito de la educación: el oaxaqueño José Vasconcelos Calderón, nacido el 27 de febrero de 1882. Vasconcelos se desempeñó en diferentes roles: fue político, funcionario público, educador, filósofo y escritor. Además, tuvo el honor de ser el sexto rector de la Universidad Nacional de México, antes de que se le otorgara la denominación de autónoma.

Fue también el primer secretario de Educación Pública de nuestro país, cargo que ejerció del 1° de octubre de 1921 al 27 de julio de 1924, habiendo sido nombrado por el presidente Álvaro Obregón. Falleció el 30 de junio de 1959.

De José Vasconcelos se cuentan muchas historias, como por ejemplo su participación en la campaña presidencial de Francisco I. Madero, en la cual Vasconcelos fue representante del Club Antirreeleccionista. Este Club posteriormente se convertiría en el Partido Nacional Antirreeleccionista, con Madero como candidato a presidente. En la elección de 1910, Madero se enfrentó a Porfirio Díaz. Se atribuye a Vasconcelos la famosa frase maderista: “Sufragio Efectivo, No Reelección”.

Como mencioné anteriormente, José Vasconcelos fue el primer secretario de Educación en nuestro país, y fue un hombre que la población respetaba por su labor en ese puesto. Algo curioso es que, cuando se nombra a un nuevo secretario de Educación, es común que la gente comente: “Va a despachar en el escritorio de José Vasconcelos”. Y es que el escritorio que se ha usado desde 1921, hace ya 102 años, es el mismo que se sigue utilizando. Se dice que es una joya de la ebanistería.

Vasconcelos también tenía ambiciones políticas de alto nivel, como aspirar a la presidencia de la república. Por ello, en 1929 se postuló como candidato a la presidencia, aunque no logró avanzar mucho debido a que el candidato de Plutarco Elías Calles era Pascual Ortiz Rubio, un coronel del ejército que ya había sido gobernador de Michoacán. Ortiz Rubio ganó con una amplia diferencia.

La historia de José Vasconcelos es conocida probablemente por muchos mexicanos de generaciones anteriores. Sin embargo, hay vivencias y anécdotas de Vasconcelos no tan conocidas. Hoy me permito compartir algunas de ellas.

«¡QUE DIOS LOS CASTIGUE Y LOS CONTRAFASTIDIE!»

José Vasconcelos relataba en uno de sus libros autobiográficos que, poco después del asesinato de Madero y Pino Suarez, se encontraba tomando cerveza en una cantina con el escritor Carlos González Peña y el político Isidro Fabela.

Vasconcelos criticó duramente a Victoriano Huerta y su camarilla. A lo que Fabela, bajando la cabeza, respondió: «En fin, que Dios lo perdone». Vasconcelos, lleno de ira, saltó: «¡Nada de eso! ¡Que Dios los castigue y los contrafastidie!»

LOS CLÁSICOS DE VASCONCELOS

La tarea de Vasconcelos no fue fácil. Además del gigantesco trabajo que debió acometer para alfabetizar, editar popularmente a los clásicos, abrir escuelas y bibliotecas, y difundir a gran escala los valores del arte y la cultura, su labor se enfrentó a burlas e incomprensiones. El mismo Obregón se mofaba de los esfuerzos de Vasconcelos, según se desprende de esta anécdota que años después solía contar Torres Bodet, celoso de la obra insuperada de Vasconcelos.

Durante los días de la rebelión delahuertista, Obregón salió a combatir a los insurrectos. Una mañana, desde una colina, observó con sus prismáticos el valle en el que se libraría una batalla. En su examen, divisó las casas y la torre de la iglesia de un poblado. Un niño descalzo se había acercado poco antes, y el general lo llamó para preguntarle: «¿Sabes cómo se llama ese pueblo?»

«No sé», contestó el niño.

«¿Pues de dónde eres tú?», volvió a preguntarle Obregón.

«De allí, del pueblo», respondió el niño.

«¡Carajo, es increíble que seas del lugar y no sepas siquiera cómo se llama!», exclamó Obregón. Luego, con tono mordaz, indicó a uno de sus ayudantes: «Al regresar a México, dígale a Vasconcelos que no deje de enviarle a este niño los libros de autores clásicos que edita».

EL TEMPERAMENTO DE VASCONCELOS

Algunos suponen que el carácter irascible de Vasconcelos se originó a raíz del fraude político que sufrió en las elecciones presidenciales de 1929. Sin embargo, existen indicios que sugieren que su genio áspero ya se distinguía durante su tiempo como secretario de Educación.

En 1925, Carlos Pellicer señaló el temperamento febril de Vasconcelos, un hombre de inagotable bondad y talento portentoso, pero cuya grosería le restaba amigos en gran cantidad.

Andrés Pedrero, su confidente, le dijo un día: -Pepe, admiro tu inteligencia, pero reprocho tu mal carácter. ¿Por qué no haces un esfuerzo para mejorar tu trato con la gente?

En un acceso de vedetismo, Vasconcelos le respondió: -No puedo. Mi talento y mi mal carácter se retroalimentan.

VASCONCELOS, EL PRESIDENTE QUE NO FUE

No hay peores enemigos que aquellos que fueron grandes amigos y terminaron en conflicto. Tal fue el caso de José Vasconcelos y Vito Alessio Robles, quienes tras su ruptura se lanzaron ataques vehementes.

Vasconcelos, un gran sarcástico, no perdía oportunidad de ridiculizar a su antiguo correligionario. Don Vito, por su parte, declaró en una ocasión: -«Muchos piensan de buena fe que Vasconcelos hubiera sido un buen presidente de México. Tremendo error. No conocen al verdadero José, un loco sediento de poder, que al igual que Díaz Mirón llegó a creerse un genio; con la diferencia de que Díaz Mirón sí lo fue. Cargado de rencor y odio incluso hacia los que le ofrecimos amistad, la providencia libró a nuestro país de caer en manos de semejante energúmeno.»

EL IMPACTO DE LOS AÑOS

Cuando fue rector, Vasconcelos creó el lema de la Universidad Nacional: «Por mi raza hablará el Espíritu», afirmando que simbolizaba la convicción de que la comunidad mexicana, tras una larga noche de opresión, elaboraría una cultura de esencia espiritual y libre.

En su vejez, Vasconcelos cometió desatinos como expurgar sus admirables y conmovedores libros autobiográficos. Asimismo, declaró: -Lo que realmente quise decir al idear el lema de la Universidad fue que por mi raza hablará el Espíritu… Santo.

Alguien a quien molestó esta rectificación senil de Vasconcelos, dijo: -Los años realmente afectaron al pobre maestro Vasconcelos.

EL MEZCAL TRIUNFÓ

Antes de que la presidencia de México le fuera arrebatada, Vasconcelos aspiró a ser gobernador de su estado natal, Oaxaca. Pero perdió las elecciones gracias a la astucia del político local que fue su contrincante.

Vasconcelos contó que dicho adversario pudo superarle en sufragios tras visitar pueblos y rancherías y, astutamente, decirle a los electores:

-El Licenciado Vasconcelos es mucho candidato para Oaxaca: el licenciado bebe champaña, yo bebo mezcalito, como la gente de esta tierra; yo debo ser el gobernador.