Apenas el pasado lunes, el INEGI dio a conocer los niveles inflacionarios a la primera quincena de abril del año en curso. A través de la publicación del Índice Nacional de Precios al Consumidor, observamos cómo la inflación anual se ubicó en 6.24%, lo que representa su nivel más bajo en tres años. A su vez, la inflación subyacente –en la que se excluyen los precios de los productos agropecuarios, energéticos y subsidios regulados por gobierno– también representó predisposición a la baja, al ubicarse en 7.75%, su menor nivel en 18 meses.

De esta forma, se confirma la tendencia a la baja mostrada en todo lo que va el año. No olvidemos que el pico de la inflación llegó a estar en 8.77%, para la segunda quincena del mes de agosto del 2022.

Este fenómeno no sólo se presenta en nuestro país, sino en un gran número de naciones alrededor del mundo. Para Estados Unidos, no todo es miel sobre hojuelas. Si bien es cierto que la inflación general cae con fuerza, por noveno mes consecutivo, desde el 6% de febrero al 5% de marzo, lo que muestra su nivel más bajo desde mayo de 2021. Hasta aquí, todo bien. El problema viene en su inflación subyacente, la cual se sitúa en 5.6 %, lo que la posiciona por arriba de la general. Esto denota que los culpables ya no son los alimentos y la energía, que tienden a ser los componentes más volátiles.

Como ya hemos comentado ampliamente, los niveles inflacionarios fueron ocasionados por la sorprendente demanda de bienes en 2021, cuando la mayoría de los países salieron de los cierres causados por la pandemia. Mucha gente salió con ansias a la llamada nueva normalidad en búsqueda de normalizar su vida. Esto se dio de la mano con una oferta limitada, derivada de los atrasos logísticos en todo el mundo.

De igual forma, el aumento generalizado de los costos –energéticos, materias primas– impulsaron lo antes descrito.

Ante esto, todos los bancos centrales en el mundo comenzaron a elevar sus tasas de interés en vías de poder mitigar este impacto. En el caso particular de nuestro país, la cruzada del Banco de México contra la inflación, lo llevó a elevar la tasa de referencia de cuatro % en junio de 2021, a su nivel actual de 11.25 %.

Las acciones concluyentes de la Junta de Gobierno y su estabilidad a lo largo de estos casi dos años han refrendado la credibilidad del Banco de México y han sido un pilar muy importante de la resiliencia que hemos observado en el tipo de cambio.

Pareciera que el aumento en el costo del dinero en nuestro país, al fin tendrá una pausa. Encontramos que ya es una realidad la tendencia a la baja de la inflación, de la mano con una política monetaria sumamente restrictiva, deberíamos esperar que, en la próxima reunión del 18 de mayo, la Junta de Gobierno comandada por Victoria Rodríguez Ceja deje sin cambios la tasa de referencia de nuestro país.

OVERTIME

El fin de semana anterior, se dio a conocer la noticia de que el presidente de nuestro país había sido contagiado por COVID. A diferencia de sus dos contagios previos, en los cuales el mismo jefe de Estado salió en diferentes videos desde Palacio Nacional anunciando que debía aislarse por algunos días, en esta ocasión no fue así; lo que condujo a una ola de incertidumbre sobre la veracidad del comunicado por parte del Gobierno Federal. Algunas de las asistentes al evento del pasado domingo afirman que hubo un momento en el que el presidente se desvaneció y tuvo que ser llevado de emergencia a un hospital. La realidad es que, al presentarse un vacío de información detallada y precisa, esta ausencia suele ser llenada con especulaciones; las cuales, a su vez, pueden representar riesgos para la economía de un país, ante una reacción desmedida por parte de los mercados financieros.

La realidad es que no se le desea el mal a ninguna persona, y menos al presidente de nuestro país. Aunque la falta de información veraz y oportuna genera tantas dudas sobre el actuar del gobierno, no sólo en este delicado tema.

Ojalá todo salga bien para nuestro jefe de Estado.

 @GmrMunoz

A MI FIEL LECTOR