
“HERMANA MUERTE” – NETFLIX
El director español Paco Plaza (“REC”) es uno de esos aguerridos cinéfilos enamorados del cine de horror en una vena digamos clásica, que traslada su pasión por el género a su narrativa cinematográfica. En este caso, una suerte de precuela a su logrado thriller psicológico “Verónica”, estrenado hace 5 años en Netflix, regresando al personaje de la Hermana Narcisa (entonces interpretada por Consuelo Trujillo) y que con “Hermana Muerte”, de reciente ingreso en la mencionada plataforma de streaming, se le da más cuerpo y forma a dicho rol con una interesante exploración a su siniestro pasado en un convento de la España de 1949 justo cuando Europa comienza el proceso de recuperación económico, social y urbano por la Segunda Guerra Mundial.
Es así que la monja Narcisa (una aplicada Aria Bedmar) llega por recomendación del Obispo a una abadía que además funge de academia para niñas desamparadas y donde las Hermanas Superiores la esperan con ansia, pues resulta que Narcisa tuvo visiones de la Virgen María siendo niña, lo que le ha dado celebridad y reconocimiento eclesiástico. Nuestra protagonista va siendo desglosada con esmero y cuidado como un ser interesante y de ricas propiedades psicológicas, pues a pesar de conducirse empeñosamente en los caminos de la fe, tiene dudas sobre si acaso las apariciones divinas fueron reales, conflicto existencial que comienza a agravarse con extraños sucesos de naturaleza fantasmal (sillas que se caen, susurros extraños, pesadillas delirantes que la atosigan, etc.) que la orillan a indagar sobre su origen, encontrándose con la figura de una monja ultrajada y violentada años atrás de nombre Socorro (Almudena Amor), quien diera a luz en el convento y la suerte tanto de ella como de su hijo serán el catalizador para las experiencias paranormales. La Hermana Narcisa será la clave en la resolución del misterio a la vez que su alma y cuerpo se ven confrontados con el espíritu de la monja mientras trata de proteger a las niñas, particularmente una chiquilla de nombre Rosa (Sara Roch) con quien congenia y además también sintoniza con el espectro. Por fortuna, Plaza no cae en las redes efectistas de un público educado en las fantocherías y terror silvestre de la marca “Blumhouse” y este universo de monjas siniestras difiere mucho de lo que aquellos embaucadores gringos profieren con sus mequetrefes simulaciones como “La Monja” y secuelas, confiriéndole a la cinta una mayor dotación de propiedades atmosféricas, emocionales y psicológicas con las cuales trabajar a nivel argumental y también para que el espectador logre compenetrarse al proceso mediante una honesta atracción al relato producto de un suspenso manejado con corrección e intrigantes revelaciones que le dan mayor cuerpo a la historia. “Hermana Muerte” amalgama satisfactoriamente la ambientación histórica con su trama espectral y los guiños al cine “Nunsploitation” de antaño funcionan porque no se emplean como miserables referencias, sino como instrumentos narrativos que anexan tensión e interés a un filme del que, siendo honestos, no esperaba mucho. Grata sorpresa, pues, la que nos da Paco Plaza y que nos da motivos para esperar con agrado su siguiente proyecto.
“CEMENTERIO MALDITO: EL ORIGEN” (“PET SEMATARY: BLOODLINES”) – PARAMOUNT+
Con el fin de exprimirle lo más que se pueda a esa ubre dorada que son los relatos de Stephen King, nos llega la precuela que nadie pidió sobre los eventos que definieron el destino del personaje llamado Jud (interpretado en la primera versión por Fred Gwynne) en un capítulo que sí se encuentra tanto en la cinta de 1989 como en el libro y aquí montado en el potro de tortura argumental para sacar una versión de hora y media con los lánguidos y sosos resultados esperados. Ambientada en 1969 (supongo que la línea de tiempo obedece al remake y no a la cinta de Mary Lambert) tenemos a Jud (Jackson White) a punto de largarse de su pueblito natal, Ludlow, Maine, a instancias de su padre (Henry Thomas) quien además de evitarle una existencia redneck también le evitó ir a la guerra de Vietnam en nombre de su amor fraterno. Sin embargo, su huida se ve frenada cuando Jud y su novia Norma (Natalie Alyn Lind) son atacados por el perro de un viejo amigo de ambos, Timmy Baterman (Jack Mulhern), hiriendo a la chica. Timmy no es el mismo desde que regresó del combate en las selvas asiáticas, y su padre (David Duchovny) es muy protector de él, impidiendo que lo visiten o hablen con el muchacho. Poco a poco la verdad saldrá a la luz y si leyeron el libro o vieron la película original, sabrán la respuesta: Timmy fue muerto en combate y ahora ha resucitado por obra y gracia del Cementerio de Animales que logra mediante los encantamientos de la antigua tribu indígena Mi’kmaq traer de vuelta a los muertos.
Justo es decir que el reparto lo hace muy bien, pues todo el cuadro de actores le echa las suficientes ganas para que los personajes pobremente escritos luzcan mejor que las bidimensionadas criaturas que realmente son y la dirección de Lindsey Anderson Beer conjura algunos momentos interesantes y una que otra buena atmósfera, pero el miserable guion y un ritmo despistado no permiten que las cosas cuadren adecuadamente y la trama languidece al punto que termina sintiéndose tan cadavérica como el mismo Timmy. Lo repiten varias veces, y creo que en el caso de este texto y películas se aplica muy bien: a veces, la muerte es mejor, así que esperemos dejen descansar en paz ya esta trama que dio de sí desde un inicio.
Correo: corte-yqueda@hotmail.com