Mariana Morales
Agencia Reforma

TUXTLA GUTIÉRREZ, Chiapas.- Tras 15 días de estar incomunicados, al menos 100 migrantes escaparon de las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM), ubicadas a media hora de Tuxtla Gutiérrez, luego de que un grupo rompiera los candados de la entrada.
«Salimos 100, pero quedaron otras 100 personas ahí. No sé si hay sobrecupo, pero lo que sí hay es mucho miedo a estar encerrados por lo qué pasó en Juárez», dijo el hondureño Wilber Cruz en referencia al incendio de una estación migratoria en donde murieron 39 extranjeros.
Fue a las 9:00 de la mañana de ayer, mientras desayunaban huevos con arroz y agua, cuando los migrantes escucharon decir a una de las guardias que ese día tampoco podrían salir del albergue.
De acuerdo con el testimonio de los extranjeros, las autoridades sólo permitían la salida de una persona por familia para comprar alimentos y medicamentos.
Entonces, afirmaron, la preocupación les entró porque llevaban 15 días sin saber qué sucedía al exterior y sin poder adquirir productos básicos.
«No hay medicamentos, yo tenía un fuerte dolor de codo. Sólo me dieron un Voltaren y no me hizo nada, él (su hijo de cinco años) estaba con dolor e infección. Ella (su hija de 4 años) tenía una infección en la garganta y sólo nos dieron paracetamol», contó Yenifer Tumaya Albache, proveniente de Ecuador.
Tras el escape, dos carros de la policía municipal, con unos cinco agentes a bordo, intentaron capturarlos; sin embargo, no lo lograron debido a que se resistieron a subir a los vehículos.
La primera tanda de migrantes, señalaron, salió rápidamente sin sus pertenencias, mientras que la segunda pidió a las guardias su teléfono, por lo que pudieron partir con más tranquilidad.
Ya afuera, en grupo, caminaron 500 metros de terracería hasta encontrar la carretera federal, volvieron a caminar casi una hora y tomaron un descanso en una gasolinera.
«Somos migrantes, pero ante todos hermanos, no te vamos a dejar», dijeron unos centroamericanos, al auxiliar a un ecuatoriano que se desmayó.
«No te mueras papá», le gritaba su hija de seis años, al tiempo que lo sostenía.
Elementos de Protección Civil Estatal le colocaron suero y tras una hora de descanso, cuando el hombre se estabilizó, el viaje reinició.
«Súbanse a los carros oficiales, ya ni sigan en esta carretera, háganlos por los recién nacidos», les pedía un agente del grupo BETA a los migrantes que se guiaban con un GPS, pero fue ignorado.
Durante el trayecto, los migrantes compartían experiencias de extorsión en territorio mexicano.
Wilber, quien arrastraba una maleta, contó que tras cruzar el Río Suchiate en balsa, el chofer de una combi le pidió mil 500 pesos para bajarlo antes del primer reten del INM y llegar a Tapachula.
«Yo sólo traía 300 pesos y se los dí, pero cuando llegamos al retén ahí nos bajo, nos entregó a las agentes y dijo: ‘esto es para que sepan que tienen que pagar'», explicó.
Tras se detenido, Wilber fue llevado al albergue de Berriozabal, de donde huyó la mañana de ayer.
«A mi en Viva México (Tapachula) cuando me detuvieron, un agente migratorio nos pidió 500 pesos por persona con tal de no llevarnos a esa cárcel, y nada», dijo por su parte una ecuatoriana.
El grupo de migrantes aseguró que seguirían avanzando hasta llegar a San Pedro Tapanatepec, Oaxaca, tomarían un descanso y avanzarían hasta Estados Unidos.
«Yo tengo que llegar a donde está una Virgen de Guadalupe, ahí está la frontera y puedo ver el otro lado», dijo sonriente Yessenia, al caminar bajo los 35 grados que quemaban la carretera.