Me alegra saber que cada vez hay más negocios que son conscientes de la realidad digital. Estar presentes en internet es indispensable para que la gente pueda encontrarnos cuando nos necesite. Y como parte de este respaldo, te presento otro elemento en la ecuación, el cual refleja la importancia de tu marca en la sociedad: la «comunidad».

Así como tú y yo podemos ser fanáticos de cierta marca de refrescos, una comunidad en redes sociales se traduce en una agrupación de personas interesadas en una marca, organización o personaje público. Como consecuencia, siguen sus perfiles e interactúan en sus publicaciones. No es precisamente un «programa de lealtad», pero tiene efectos similares.

Si te han dicho que debes vender en redes sociales, déjame decirte que tendrás éxito, siempre y cuando tus acciones estén enfocadas en crear una comunidad. La gente no te seguirá sólo porque tú quieras, les interesa saber qué ofreces, qué problemas resuelves y cómo lo haces. Para expresarlo adecuadamente, es importante utilizar «copys» (textos persuasivos). Te irá mejor si primero estudias a tu público para entregar los mensajes correctos.

Existe cierta controversia cuando se habla de pagar publicidad en internet, ya que los «likes» y los «follows» inorgánicos provienen de los famosos «bots», que son cuentas que simulan la interacción humana. Lo peor es que estas cuentas no compran. Evita a toda costa las plataformas que te venden seguidores. Si deseas llegar a gente local, no te interesará compartir tus publicaciones en el extranjero. Es mejor fortalecerte con campañas publicitarias (anuncios). Las redes sociales te permiten segmentar y llegar a perfiles reales.

Las comunidades no son sólo ventas potenciales, también son un espacio conformado por tu personal, socios, proveedores e incluso tu propia familia y amigos. Por lo general, suelen ser los primeros en seguirnos cuando comenzamos. Lo importante aquí es que sean personas reales e interesadas en ti. No se trata de una guerra de seguidores, ya que tener muchos no garantiza ventas jugosas, pero con pocos tampoco puedes destacar. La clave está en crecer a tu propio ritmo.

Una comunidad puede facilitar la entrega de mensajes y, para lograr su eficiencia, te invito a que primero definas a qué tipo de individuos quieres integrar. La respuesta más común es querer «llegar a todo el mundo»; sin embargo, las necesidades son distintas. Primero se empieza con un grupo específico, y si tu trabajo cumple y destaca, estarás en la mira de otros nichos de mercado. Todo es cuestión de objetividad y tiempo.

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