
Lic. Lorenzo Rodríguez Gallardo
¿Qué más se le puede decir a un clásico?… Así considero al maestro Ismael, un personaje “clásico” de nuestra querida Aguascalientes. Con su presencia y su música, “llenaste de recuerdos, a la ciudad entera…” en palabras de Juan Gabriel…
Esta semana el Teatro Morelos le brindó una emotiva despedida de su tarea como director de la Banda Municipal de Aguascalientes, cuando creí que era un homenaje y me enteré de su término de gestión, asumí que era despedido (lo cual sería indignante), de hecho, desconozco si así fue; pero el dato que me impresionó fue que su trayectoria como integrante de la Banda municipal tenía más de 50 años. Entonces asumí que es un muy merecido descanso, a pesar de reconocer que se mantiene en muy buena forma física.
Hace poco el maestro Carlos Reyes Sahagún se preguntaba, “¿Gente buena? ¿Así como para qué?”. Sus 50 años de dedicación y trabajo responden que viene Usted de la gente buena, para dar frutos, para sembrar alimento para el espíritu y el alma.
Aguascalientes le está agradecido Maestro. La música de la Banda Municipal se escuchó en todos los barrios, en los grandes escenarios, en muchos festejos cívicos y patrios, en incontables festivales, en las plazas de todos y en las de toros, en escuelas, en teatros y callejuelas. Así como los campesinos contribuyen al esfuerzo colectivo cultivando alimentos, los profesores cultivando inteligencias, los artistas y deportistas brindando oportunidades de mejora física y creativa; así Usted sembró alimento espiritual para todos los gustos y para todas las edades. Su música fue siempre aderezada con la franqueza de su sonrisa, con su gesto amable, con su escucha atenta y su disposición a la colaboración sin cortapisas.
Su presencia en Aguascalientes semeja la discreción y calma de Liszt, y el fluir permanente de Debussy. Nunca vimos afanes protagónicos, digresiones musicales ni aspavientos, aunque algunos quisieran ver en su estilo, la explosividad de Wagner o Tchaikovsky, pero esa forma de dirección se la dejamos hoy a Dudamel y Alondra. ¡Usted, es nuestro clásico!