Prof. Flaviano Jiménez Jiménez

La inmensa mayoría, de los actores educativos, sigue pensando que gestionar “es ir de un lado a otro, hacer diligencias para conseguir recursos” materiales, financieros y humanos. Por eso el director de escuela dice que “anda gestionando 50 pupitres que hacen falta en su escuela”; el supervisor que “tiene varios días gestionando la asignación de maestros que faltan en dos de sus escuelas”; la autoridad educativa que “anda gestionando recursos financieros para un programa digital”. Todas estas percepciones y expresiones son correctas, porque son acordes al significado tradicional de la palabra gestión; sin embargo, en los últimos años y particularmente en el ámbito educativo, la gestión escolar ya tiene otra connotación, otro enfoque, otra prioridad: lograr el aprendizaje de los alumnos. Esto es, ahora la gestión más importante del director, del supervisor y de la autoridad educativa, es lograr que los alumnos aprendan lo que necesitan para su vida presente y futura.
Sin embargo, está costando mucho trabajo alinear esfuerzos y acciones hacia esta nueva concepción de gestión escolar con énfasis en los aprendizajes; toda vez que impera aún la cultura tradicional de gestión (casi exclusiva) de conseguir recursos. Un director sigue dando mayor importancia a la consecución de pintura para la planta física de la escuela o a la obtención de recursos para soldar pupitres, entre otras cosas; el supervisor sigue dedicando la mayor parte de su tiempo al llenado de formatos o de papelería (que le ordena la superioridad); y el funcionario del Instituto de Educación sigue pensando que su labor más importante es conseguir recursos. Todos estamos de acuerdo en que son necesarios los recursos, pero debe quedar claro que éstos apenas son medios o condiciones para lograr el fin más importante de la escuela que es el aprendizaje de los estudiantes. Por tanto, es absolutamente necesario reconocer y aceptar que ya no es suficiente, ni el único propósito, obtener recursos o llenar papelería para que la escuela cumpla con su misión fundamental, como tampoco es suficiente ya creer que los alumnos aprenden por inercia, por ósmosis, por añadidura, o con la intervención solitaria del maestro. El maestro hace su esfuerzo por gestionar el aprendizaje de sus alumnos, pero él sólo no puede lograr todo lo que es factible alcanzar con el respaldo y el trabajo colaborativo de sus compañeros docentes; con el refuerzo y orientación del director; con el apoyo y acompañamiento pedagógico del supervisor; con el patrocinio y asesoría de la autoridad educativa; con la comprensión y el necesario apoyo de los padres de familia; porque educar es responsabilidad de todos.
Si esta nueva administración educativa, que a partir hoy entra en funciones, realmente quiere mejorar el aprendizaje de los alumnos, quiere elevar la calidad de la educación; primero, tendría que sacudir la inercia, la rutina, la simulación, el “ay se va”, que mediatizan el proceso educacional; y luego tendría que reorientar la visión y la misión de la educación hacia la nueva concepción de gestión escolar; esto es, darle la más alta prioridad al aprendizaje de los educandos. Los padres de familia mandan a sus hijos a la escuela con el fin de que adquieran y desarrollen aprendizajes útiles para su vida diaria y el nuevo enfoque de gestión escolar da respuesta, precisamente, a ese propósito de los padres y, también, al derecho que tienen los niños y los jóvenes de recibir educación de calidad. ¿Qué hacer entonces?
Sin menoscabo de la atención administrativa, las autoridades educativas deberían implementar el programa estatal de educación con el propósito esencial de mejorar la educación; y para ello coordinar la organización y el funcionamiento efectivo de la supervisión, la dirección, la docencia; así como garantizar el pleno ejercicio del derecho y la obligación de los padres de familia, en el cumplimiento del objetivo común de mejorar la formación de los alumnos. De manera específica y sistemática, los supervisores y los directores, deberían asesorar y brindar acompañamiento pedagógico a los docentes en las aulas, hasta lograr los resultados largamente apetecidos. Esta sería la nueva gestión escolar. Y no es difícil cumplir objetivos y metas con este enfoque, porque Aguascalientes cuenta con las condiciones para ello; sólo es cuestión de trabajar en forma.