
Por J. Jesús López García
En Aguascalientes nos referimos comúnmente con el nombre de «exedra» al monumento que se ubica al centro del jardín de la Plaza de Armas, señalando por ese nombre a la columna que se alza en el eje de simetría del conjunto, sin embargo, en arquitectura se le denomina «exedra» a los diversos componentes que integran una clase de muro calado semicircular que se ubica al pie de la columna, con tres filas escalonadas de gradas y rematada por una balaustrada que se encuentra acotada en sus bordes por una especie de «piña» –sí se le denomina al muro triangular sobre el que se respalda alguna cubierta inclinada– pautada por tres volutas y una pilastra de remate piramidal desde donde se desprenden sus características lámparas de hierro.
La exedra es un tipo de construcción proveniente de la tradición helénica. Los antiguos griegos realizaron obras importantes de planta semicircular dentro de los que destacan teatros, con sus majestuosas gradas y escalinatas dispuestos en las laderas montañosas para propiciar el disfrute del paisaje al tiempo de presenciar una tragedia, no obstante la exedra es sólo una obra, regularmente descubierta, con un esquema de media circunferencia que posee asientos continuos y respaldos fijos; generalmente se utilizaba con el propósito de congregar a los habitantes de una casa –en el caso de que se encontrara inmersa dentro de una de ellas– o a miembros de la comunidad con fines de convivencia, ceremonia social, o si se disponía dentro de algún «bouleuterión» –sede del consejo de las ciudades griegas–, tratar asuntos de la polis.
En su simplicidad de forma, la exedra fue sin embargo un sistema bien pensado para fines prácticos y para la representación ante los griegos, ya que el semicírculo «envuelve» a quienes lo ocupan, acercándolos entre sí, y también delimitando al mismo tiempo el espacio donde se lleva a cabo la reunión social, pero siempre manteniéndose abierto a posibles nuevos integrantes a la tertulia, la reunión o el debate.
En el caso de Aguascalientes, la exedra de la Plaza de Armas es un componente relativamente actual –si tenemos en cuenta que la columna se llevó a cabo 140 años atrás, en 1805–, cuyo diseño arquitectónico es del arquitecto zacatecano Roberto Álvarez Espinosa, pues encontrándose en la ciudad acaliteña en 1945 –por motivo de la asignación a los estados de Aguascalientes y Zacatecas para que edificara los centros escolares de acuerdo al Plan Nacional de Escuelas–, se le encomendó la remodelación de la Plaza de Armas –aunque es conveniente mencionar que Álvarez ya en 1937 elaboró un anteproyecto para el señor Jesús M. Ramírez del Hotel Río Grande–, comprendiendo el planteamiento: “…cuatro monumentos simbólicos, uno en cada una de las esquinas, nuevas bancas, repoblación de los árboles y de césped y andadores cubiertos totalmente con mosaico. En el lado poniente del mismo, se construirá asta bandera para ceremonias cívicas… Todo el conjunto tendrá forma de exedra y precisamente en el centro de ella quedará la columna… con lo que estableció un enfoque contemporáneo para intervenir respetuosamente sitios con un contenido arquitectónico y urbanístico con marcado compromiso histórico”.
Originalmente la exedra se disponía al centro del jardín, desde donde salían los dos brazos de balaustradas en diagonal hacia el lado poniente de la plaza, enfatizándose la perspectiva «cónica» de su trazo, pero en la intervención de los años ochenta del siglo pasado, el jardín fue recortado casi a la mitad para dejar exenta la explanada del asta bandera, y ese efecto fue cambiado –lo mismo que la posición primigenia del monumento, más descentrado respecto al eje de la hoy Plaza de la Convención– despejando de fronda los flancos de la visual, manteniéndola sólo al fondo.
Para la época de su erección, la exedra desempeñaba exitosamente el cometido de reunir en un espacio delimitado a los habitantes en algunos actos comunitarios, de esparcimiento, o simplemente en su función de disponer un ámbito para gozar un momento agradable sin actividades definidas –las ciudades griegas antiguas de las que proviene ese género arquitectónico no eran, considerando los parámetros actuales, muy grandes, Atenas en su periodo clásico contaba con menos de 14 mil habitantes–, no obstante para el Aguascalientes de hoy que se acerca cada vez más al millón de pobladores, la exedra se ha desbordado en su cometido, la plaza tiene ya muchos acompañantes en esa categoría urbanística y las festividades periódicas han ido mudando su sitio de desarrollo, por no mencionar los foros especializados que han surgido en los últimos lustros para celebrar conciertos y otros espectáculos.
Queda, a pesar de todo, la exedra en el centro de Aguascalientes como símbolo de encuentro y cohesión, de apertura a todo ciudadano y habitante, como compañera ya infaltable a la columna coronada por el águila republicana. Ante ello, la idea de construir una exedra así no suena ya como algo sobrepasado por la dinámica urbana y demográfica reciente; pese a su lenguaje formal conservador, esta pieza continúa siendo útil para representar los anhelos de un Aguascalientes de todos y para todos.