Prof. Flaviano Jiménez Jiménez
Es de justicia reconocer y valorar los 62 años de EL HERALDO DE AGUASCALIENTES informando sobre los acontecimientos más relevantes de la vida económica, política, cultural, deportiva y social, de la entidad, del país y del mundo; contribuyendo, con la información y los distintos puntos de vista, en la toma de decisiones para mejorar el pensamiento y el trabajo de las personas, las familias, las instituciones, los organismos y de la sociedad en general. En tal virtud, felicito al Lic. J. Asunción Gutiérrez Padilla, por la singular eficacia que ha tenido para conducir este prestigiado noticiero; y aprovecho, la ocasión, para agradecerle infinitamente la oportunidad que me brinda para colaborar en este diario. ¡Felicidades por el 62 aniversario!
Teorías psicológicas
Los maestros, aparte de tener dominio de conocimientos de las asignaturas, la pedagogía, la didáctica y de los fundamentos legales de la educación, debemos tener nociones sólidas acerca de teorías psicológicas para percatarnos cómo se desarrollan biológicamente los alumnos; cómo evolucionan sus capacidades intelectuales y sus formas de aprender; cuál es el origen de sus sentimientos, emociones, comportamientos y cómo tratarlos; de qué manera se va formando la personalidad moral en cada uno de ellos; en fin, las teorías psicológicas nos proporcionan elementos esenciales para comprender a nuestros educandos y poder guiar su enseñanza con eficacia.
Pongamos por caso que un alumno frecuentemente provoca pleitos con sus compañeros en el salón de clases. ¿Cómo explicaría, el profesor del grupo, este comportamiento? Se podría formular varias hipótesis: tal vez no reciba suficiente atención y afecto en su hogar y, por eso, trata de llamar la atención mediante pleitos; quizá no ha aprendido todavía controlar sus impulsos o sus emociones; tal vez no tenga conciencia aún de los valores para relacionarse adecuadamente con los demás; o tal vez ve demasiados programas violentos en la televisión y lo que hace es imitar la conducta de los personajes; entre otras hipótesis. Ahora bien, cada una de estas suposiciones requiere una atención especial y es aquí donde tienen razón de ser las teorías psicológicas. Según la doctora Judith L. Meece, en “Desarrollo del niño y del adolescente”, existen teorías biológicas, psicoanalíticas, conductuales, cognoscitivas, contextuales y teorías múltiples, que dan sustentos para entender a un alumno en sus conductas, para orientarlo y poder conducir, adecuadamente, sus aprendizajes. Una sola teoría no siempre es suficiente para comprender y brindar la mejor atención a un estudiante, por lo que es necesario conocer varias de éstas. Las teorías biológicas nos proporcionan, a los docentes, nociones básicas sobre el desarrollo del niño, del púber y del adolescente, de conformidad con un programa por etapas invariables, con poca o nula intervención del medio ambiente; y los genetistas conductuales modernos, no sólo establecen las características físicas hereditarias, sino que están poniendo énfasis ahora en aspectos como sociabilidad, agresión, criminalidad, trastornos; así como en las habilidades mentales: inteligencia, talentos y creatividad de los educandos. Las teorías psicoanalíticas nos dan luces de la dicotomía del niño no social y el social; del dualismo vitalista de auto preservación y la destrucción; y, sobre todo, nos hacen entender cómo se va formando la moral de los estudiantes mediante las tres instancias (internas) de la personalidad y la intervención (externa) de la familia, la cultura y la sociedad. Las teorías cognoscitivas sustentan, con sus investigaciones, que los niños son capaces de construir sus propios conocimientos a través de interacciones, pasando por una secuencia invariable de etapas (independientemente de la edad); cada una de éstas caracterizada por distintas formas de organizar la información y de interpretar lo que les rodea. Y las teorías contextuales sostienen y fundamentan que el niño, el púber y el adolescente, para aprender requiere la interacción de los demás; es decir, necesita la guía de los padres, los maestros, de los de mayor experiencia, mientras pueda ser independiente o autónomo en su aprendizaje.
En la normal, todos los maestros en formación estudiamos estas teorías; ahora es cuestión de aplicarlas para bien de nuestros alumnos; sobre todo en los tiempos actuales que tanto se necesitan para entender sus diversos comportamientos y poder guiar su enseñanza con eficacia y eficiencia.